Las relaciones interpersonales siempre generan vínculos muy complejos que a veces son difíciles de gestionar. En ocasiones nuestros intereses y necesidades no coinciden con los de los demás, por lo que podemos recurrir a comportamientos manipuladores para lograr nuestros objetivos, que podrían calificarse como chantaje emocional.
De la misma forma, puede haber personas que adoptan el chantaje emocional como su estrategia relacional preferida, poniéndonos siempre contra la espada y la pared o haciendo que nos sintamos mal porque somos el “malo de la película”.
En algunos casos es fácil reconocer al chantajista emocional porque utiliza técnicas bastante burdas, más propias de una transacción comercial que de una relación interpersonal. El típico chantaje mercantilista es un ejemplo perfecto porque antes de dar, la persona pide algo a cambio, o decide no dar nada porque la hemos defraudado, y así nos castiga emocionalmente.
Sin embargo, existen otras formas de chantaje emocional mucho más sutiles y difíciles de reconocer que nos pueden conducir a un callejón sin salida o, lo que es aún peor, afectar profundamente nuestra autoestima.
Los tipos de chantaje emocional más sutiles
1. El elefante en la habitación
El concepto de "elefante en la habitación" es una expresión metafórica que se utiliza para hacer referencia a una idea o hecho importante que se encuentra dando vueltas en el pensamiento de todas las personas involucradas pero que nadie menciona y todos evitan. En estos casos, las personas afectadas fingen que viven una absurda normalidad, pero dado que es imposible "ignorar a un elefante en la habitación", todo es tan forzado que queda claro que hay algo que no funciona, que existe un conflicto de base que está siendo reprimido.
Este fenómeno puede convertirse en un tipo de chantaje emocional cuando solo una de las personas se niega a abordar un tema importante que se debe resolver pero con su actitud enrarece continuamente la atmósfera, dejando el asunto en suspenso, como un nubarrón encima de nosotros que nunca nos abandona.
En el fondo, esa persona lo que intenta con su actitud es hacernos sentir culpables ya que está dejando patente, sin necesidad de usar palabras, su malestar e inconformidad. De hecho, al negarse a abordar el tema lo que hace es prorrogar y agravar el conflicto.
2. Gaslighting
El
gaslighting es un tipo de manipulación frecuente en situaciones de maltrato pero es tan sutil que muchas personas no lo notan. Consiste en hacer que el otro dude de sus capacidades mentales, distorsionando la realidad, de manera que no pueda comprender realmente qué está ocurriendo y deshacerse del chantaje emocional.
En estos casos el chantajista emocional puede inventar falsos recuerdos con los cuales culpabiliza a la víctima, de manera que esta se sienta mal consigo misma, o incluso puede convencer a una persona para que haga algo, afirmando que lo prometió, cuando en realidad no fue así.
Dicho de esta forma, podemos pensar que es imposible caer en sus redes. Sin embargo, el problema es que este chantajista va construyendo su red poco a poco, sin que nos demos cuenta. Primero se gana nuestra confianza y se vuelve imprescindible, solo entonces comienza a socavar nuestra autoconfianza proponiéndonos su visión distorsionada de la realidad.
3. Chantaje por “necesidad”
Algunas personas intentan chantajear emocionalmente a otras haciendo leva en sus necesidades. Estos chantajistas no dudan en sacar a colación sus necesidades y hacer que luzcan tan evidentes y “básicas” que terminamos sintiéndonos mal si no los ayudamos a satisfacerlas.
Hilvanan su discurso de tal manera que sus peticiones parecen muy razonables y si no contribuimos a satisfacer esas necesidades tan “imperiosas”, llegamos a sentirnos culpables. Son personas que siempre están “llorando miserias”, aunque es probable que su situación sea mucho menos dramática que la nuestra.
De hecho, el problema es que ni esas necesidades son tan básicas ni esa es la única manera de satisfacerlas y, sobre todo, que sus necesidades normalmente son un pozo sin fondo. Estas personas pedirán cada vez más, sin tener en cuenta nuestras necesidades, hasta que logren drenarnos por completo.
4. El autocastigo
Castigar a los demás es una de las formas de chantaje emocional más usuales, debido a que es una estrategia de manipulación sencilla que tiene un gran impacto sentimental. Sin embargo, también es muy fácil de detectar, por lo que es más difícil que caigamos en sus redes.
Al contrario, el autocastigo es un tipo de chantaje emocional mucho más sutil. Básicamente, la persona asume el rol de mártir o víctima, para lograr que el otro se sienta mal. No nos castigará a nosotros sino que se castiga a sí misma, e incluso puede llegar a fingir sufrimiento o pena.
Un ejemplo habitual del autocastigo es cuando alguien finge que está sacrificándose por nosotros pero en realidad solo está haciendo una “inversión” a medio o largo plazo porque planea reclamarnos con intereses ese sacrificio.
5. Control protectivo
Este tipo de chantaje emocional es común en algunas relaciones de pareja y en la relación que algunos padres establecen con sus hijos. En práctica, una de las personas se convierte en el “protector” de la otra. El problema es que esa protección significa control total.
No nos percatamos de este chantaje emocional porque la otra persona se disfraza de buenas intenciones, e incluso es probable que en el fondo las tenga, pero con su actitud intenta crear una
dependencia emocional para dominar al otro.
El problema es que cualquier intento de cuestionar esa actitud protectora y controladora atenta contra el supuesto bienestar de la relación. En ese momento, el chantajista nos hará pasar como una persona desagradecida que no reconoce todo lo que han hecho por nosotros.