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Es mejor estar solos, que con alguien que nos haga sentir solos
Desarrollo Personal
Ya lo había dicho el poeta inglés John Milton en el siglo XVII: "La soledad es a veces la mejor compañía, y un corto retiro trae un dulce retorno".
Hay determinados momentos en los que podemos sentirnos solos, aunque estemos rodeados de personas. Estar con los demás no implica conectar con ellos. Por ejemplo, en una fiesta en la que no encajamos, no solo nos aburriremos sino que podemos sentirnos excluidos, raros y solos. Sin embargo, tarde o temprano esa fiesta llegará a su fin y todo terminará ahí. Regresaremos a nuestro hogar y nos deshacernos de esas sensaciones desagradables.
El problema comienza cuando las personas con las que nos relacionamos todos los días, las personas que deberían estar más cercanas a nuestro corazón, nos hacen sentir solos. Si no nos damos cuenta de esa “soledad acompañada” a tiempo o simplemente no sabemos cómo acabar con esa situación, nos invadirá un enorme vacío y sufriremos heridas emocionales que serán difíciles de sanar.
Las señales que indican que estamos solos, aunque estemos acompañados
Solemos pensar que al encontrar una pareja o tener un hijo, nunca más nos sentiremos solos. Por desgracia, no siempre es así. El tipo de relación que se establece y los conflictos que surgen a lo largo del tiempo pueden hacer que, estando acompañados, nos sintamos solos e incomprendidos. Sin embargo, a veces tardamos demasiado en comprender de dónde proviene esa sensación de vacío y dejamos pasar años antes de tomar cartas en el asunto. Para ese entonces, nuestro equilibrio emocional se habrá deteriorado mucho.
La buena noticia es que es posible evitar que esta situación empeore, basta saber reconocer las señales que indican que en realidad estamos solos, aunque tengamos a alguien a nuestro lado:
- La persona que debe motivarte en tus nuevos proyectos e ideas, te desmotiva y crea obstáculos.
- La persona que debe apoyarte en los momentos difíciles te echa la culpa de lo ocurrido y se lava las manos.
- La persona que debe compartir tus intereses, te critica constantemente y no tiene en cuenta tus gustos y necesidades.
- La persona que debe estar a tu lado no te dedica tiempo de calidad, por lo que no te sientes comprendido/a ni amado/a.
- La persona que debe ayudarte a crecer y mejorar, te hace sentir inferior.
Las heridas emocionales que deja la "soledad acompañada"
Pasar tiempo con la persona equivocada puede llegar a ser una experiencia muy negativa que abrirá graves heridas emocionales. En estos casos suele aparecer una profunda sensación de culpa, además de un enorme vacío. De hecho, el problema es que a menudo esa soledad se experimenta como un rechazo. Así, poco a poco, esa persona se sentirá cada vez más inadecuada e indigna de afecto, por lo que su autoestima terminará resintiéndose. Si no resuelve esta situación a tiempo, la depresión puede acechar a la vuelta de la esquina ya que la persona se va sumiendo en un estado de apatía y pierde la alegría de vivir.
En otros casos, la persona que se siente sola puede hacer todo lo posible por acercarse al otro y conectar emocionalmente. Sin embargo, al no encontrar la respuesta esperada, esa búsqueda de conexión puede transformarse en una búsqueda de aprobación, que terminará generando unadependencia emocional. En este punto, el estado de ánimo y la autoestima de la persona dependerá de la atención, los elogios o las críticas del otro, lo cual la subirá a bordo de una montaña rusa emocional que terminará causándole grandes desequilibrios.
¿Por qué es tan difícil romper con todo?
Tomar la decisión de acabar con una relación que en realidad nos hace sentir solos puede llegar a ser muy complicado, por varios factores.
- Nada es en blanco y negro. En las relaciones interpersonales nada es en blanco y negro. Esto significa que quizá esa persona que hoy nos hace sentir solos, en otro momento fue una fuente de alegría, apoyo y satisfacción. Esos recuerdos hacen que permanezcamos atados al pasado, obviando los problemas del presente.
- Miedo a salir de la zona de confort. Aunque seamos conscientes de que no estamos atravesando precisamente por nuestro mejor momento, es probable que nos hayamos acostumbrado a esa situación, que hayamos encontrado un equilibrio dentro de ese malestar, y tenemos miedo a que nuestra decisión empeore las cosas. El hábito y las rutinas son motivos muy poderosos que nos mantienen atados a situaciones que nos lastiman.
- Rechazo al “fracaso”. En muchas ocasiones, cuando decidimos darle una segunda, tercera o cuarta oportunidad a la otra persona, en realidad nos las estamos dando a nosotros mismos. Hay quienes creen, por ejemplo, que el divorcio implica que han fracasado, y se resisten a aceptarlo, empeñándose en insuflarle vida a una relación que ya ha muerto.
La soledad elegida: Disfrutar de tu compañía es un regalo extraordinario
Abandonar una relación en la que nos sentimos solos, una relación que en vez de satisfacer nuestras necesidades genera problemas y crea carencias, es un acto de amor propio y, en muchas ocasiones, incluso de supervivencia. Apostar por tu equilibrio psicológico y darte otra oportunidad, esta vez de verdad, es el mejor regalo que puedes hacerte.
En este punto, no se trata de correr a buscar a otra persona que supla ese vacío sino de aprender a estar bien con nosotros mismos, disfrutar de nuestra compañía y hacer las cosas que nos agradan y nos hacen sentir vivos. Se trata de asumir esta etapa como una fase de crecimiento y descubrimiento, para lograr aceptarnos y cerrar las heridas que ha dejado esa relación.
Ya lo había dicho el poeta inglés John Milton en el siglo XVII: "La soledad es a veces la mejor compañía, y un corto retiro trae un dulce retorno".
"NO TE DETENGAS", un bellísimo poema de Walt Whitman
Posted: 16 Oct 2016 03:05 PM PDT
Walt Whitman es maestro de la lítica de verso libre, polémico y con una intensa vida a sus espaldas en la que trabajó como poeta, enfermero voluntario, ensayista, periodista y humanista estadounidense.Su obra representa una transición entre el trascendentalismo y el realismo filosófico, incorporando ambos movimientos a su prolífica producción poética. Además de ser considerado uno de los escritores más influyentes de Estados Unidos, el autor sufrió censura y fue criticado en su tiempo por la abierta sexualidad que desprendían los contenidos de su libro Hojas de hierba, calificado en su época como obsceno y pornográfico por contener referencias explícitas a la homosexualidad o bisexualidad del escritor. La poesía de Whitman está encarnada por un espíritu vigoroso y agresivo y considerando los elementos cotidianos como una expresión de lo eterno. Entre sus versos se cuelan temas recurrentes como el hombre, el cuerpo, el sexo, la religión, los animales o la geografía. La actitud predominante en su obra es de euforia y alegría, emociones que traslucen sus poemas.
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, |
8 heridas de la infancia que afloran cuando somos adultos
Psicología clínica
Cuando somos pequeños, algunos hábitos y malas experiencias pueden dejar huella por mucho tiempo.
Imagen: Pixabay
La infancia es la etapa vital en la que somos más sensibles a la influencia del entorno y al modo en el que nos relacionamos con las personas.
No solo es la época en la que empezamos a entender cómo es el mundo y construimos nuestra percepción de la realidad sobre los fundamentos de esos aprendizajes, sino que nuestro cerebro se desarrolla a un ritmo tan veloz que cualquier pequeña alteración en la manera en la que se comunican nuestras neuronas puede dejar una huella... o heridas emocionales que se irán reproduciendo en los años venideros.
Y es que el impacto que el ambiente tiene sobre nosotros cuando somos niños puede ser un cambio para bien o para mal. Los cambios para bien ya los conocemos: el aprender a leer, movernos, comunicarnos, realizar operaciones, y todo lo relacionado con la educación básica dentro y fuera de la escuela. Sin embargo, los cambios para mal, que aflorarán en nuestra vida adulta, ya son más difíciles de identificar.
Las heridas que nuestra niñez deja en nosotros
Las experiencias dolorosas que ocurren durante nuestros primeros años pueden llegar a ser un borrón confuso en nuestra memoria, por lo que no es fácil relacionarlas con los hábitos y los patrones de conducta insanos de nuestra adultez.
Este listado de heridas emocionales es una pauta para saber identificar esas huellas que pudieron dejar una marca en nosotros hace años.
1. Actitud a la defensiva
La forma básica de experiencia dolorosa es el maltrato fundamentado en las agresiones físicas o verbales. Las personas que han sufrido golpes o insultos durante su niñez y/o adolescencia tienden a mostrarse inseguras durante la adultez, aunque no necesariamente tímidas. En muchos casos, un simple gesto con la mano puede llegar a sobresaltarlas y a hacer que se pongan a la defensiva con un respingo.
Esta actitud a la defensiva no solo se plasma físicamente, sino también psicológicamente: estas personas muestran una propensión a la desconfianza, aunque no la manifiesten siempre con hostilidad sino, en ocasiones, con educada reserva.
2. Aislamiento constante
Los niños y niñas que sufren falta de cuidado pueden llegar a desarrollar grave alteraciones al llegar a la edad adulta, especialmente si son sus padres quienes no les dispensan los cuidados necesarios. Tal y como se empezó a ver a través de los estudios de los psicólogos John Bowlby y Harry Harlow, el aislamiento durante la niñez está relacionado con serios problemas afectivos y relacionales en la adultez, así como con disfunciones sexuales.
3. Ansiedad y miedo a los demás
Si el aislamiento se produce de un modo más moderado, sus consecuencias en la edad adulta pueden llegar en forma de dificultades en las competencias sociales y una intensa ansiedad a la hora de entablar trato con desconocidos o de hablar para una audiencia de muchas personas.
4. Miedo al compromiso
El hecho de haber establecido vínculos afectivos fuertes que luego se truncaron de manera repentinapuede llevar a que aparezca un miedo a entablar otros lazos amorosos. El mecanismo psicológico que explica esto es el fuerte dolor que produce recordar lo que es sentir un fuerte afecto por alguien y pasar mucho tiempo con esta persona: no se puede evocar simplemente esas experiencias agradables que se pasaron en compañía sin pasar por la influencia de los recuerdos sobre la pérdida de ese vínculo.
La filofobia, o miedo extremo al enamoramiento, es un ejemplo de este fenómeno.
5. Miedo al rechazo
Tanto la negligencia como los maltratos o el bullying escolar pueden hacer que nos sintamos predispuestos a auto-excluirnos de los círculos sociales informales. Estar acostumbrados al rechazo desde unas edades en las que no tenemos las herramientas para entender que la culpa no es nuestra hace que dejemos de luchar por exigir un trato digno, y el miedo al rechazo hace que ni siquiera nos expongamos a recibir las valoraciones de los demás. Simplemente, nos dedicamos a pasar mucho tiempo a solas.
6. Desprecio por los demás
Las heridas emocionales recibidas durante la infancia pueden hacer que incorporemos conductas clásicas de la sociopatía a nuestra manera de comportarnos. Como se tiene la sensación de que los demás se han comportado como depredadores cuando éramos vulnerables, pasamos a incorporar a nuestro esquema de pensamiento la idea de que la vida es una guerra abierta contra los otros. De esta manera, los demás pasan a ser o posibles amenazas o potenciales formas de alcanzar los objetivos que se ansían.
7. La dependencia
Haber sido sobreprotegidos por los padres o tutores hace que nos acostumbremos a tener todo lo que queremos y que, al llegar a l vida adulta, vivamos en un eterno estado de frustración. Lo más negativo de esto es que, para huir de esta frustración, se busca una nueva figura protectora, en vez de luchar por aprender las conductas necesarias para ganar autonomía sobre la propia vida.
Es una clase de comportamiento típico de las personas que han sido acostumbradas a mostrarse caprichosas y a exigir cosas de los demás.
8. El síndrome del esclavo satisfecho
Haber sido sometidos a situaciones de explotación durante la infancia, aunque ésta consista en estar obligados a pasar la mayor parte del día estudiando por exigencia de los padres o tutores, hace que se muestre una predisposición a ser explotado en la vida adulta. Se entiende de esta manera que el valor de uno mismo como persona que vende su fuerza de trabajo es muy bajo, y que esto debe ser compensado a través de largos periodos de trabajo diario.
En un contexto con mucho paro, esto puede llevar al estancamiento profesional, ya que se tiende a aceptar todos los trabajos precarios que se ofertan.
Además, se pasa a sentir gratitud por las personas que se benefician de esta explotación, algo que puede ser llamado síndrome del esclavo satisfecho.
Arturo Torres Psicólogo
Licenciado en Sociología por la Universitat Autónoma de Barcelona. Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona. Posgrado en comunicación política y Máster en Psicología social.
RECETA - Pizza de espinacas
No reniegues de las pizzas y prepáralas en casa... más sanas, sabrosas y deliciosas... ¡y con tus ingredientes preferidos! Hoy te presentamos una receta vegetal súper ríca.
Ingredientes para 4 personas:
- Masa de Pizza
- 1 puñado de Espinacas frescas
- 1 Tomate de ensalada pelado
- 2 cucharadas de Salsa de tomate o tomate frito
- 2 cucharadas de Aceitunas verdes
- 1 lata pequeña de Maíz dulce
- 350gr de Queso rallado*
- 80gr de Champiñones laminados
- Orégano
Elaboración:
- Extiende salsa de tomate natural sobre la masa de pizza y espolvorea un poco de orégano.
- A continuación añade el queso rallado y encima el tomate troceado y pelado,el maíz, los champiñones, las aceitunas y por último las espinacas lavadas.
- Puedes reservar un poco de queso rallado y añadirlo por encima, a la hora de gratinarlo le dará otro toque.
- Mételo en el horno precalentado, durante 20 minutos a 180ºC.
- Y después disfruta de esta sencilla y sana pizza.
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