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RECETA - BIZCOCHO DE NUECES Y PASAS

Bizcocho de nueces

Opinión de los internautas
(6 votos)
Bizcocho de nueces
 
Origen de la receta:  Española
Tipo de cocción:  horno
 
Tiempo de preparación: 10 minutos
Tiempo de cocción: 30 minutos
 
Ingredientes (2 personas):


Preparación: 

1-Batir huevos con azucar mas harina añadiendole la leche poco a poco y la levadura ,las nueces peladas y machacadas


2-Colocar en el molde con mantequilla y harina

3-Meter al horno precalentado a 180º

En mi vida quiero personas que sumen, no que resten

Personas mirando al horizonte
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No dejes que se pierda tu esencia. Intenta no perderte entre la gente, pues cada vez desconocemos más a los que nos rodean. No te desveles ni te deshagas de tu esencia aunque lo que estás viviendo te atormente. No cambies ni te transformes sino es porque has asumido una buena lección.
Tu corazón es hermoso así, no permitas que las personas resten o dividan tu vida. Ama tu interior y mejórate cada día, pero no consientas perder tu esencia. Si ella desparece, serás solo alguien más y aquellos que te quieren y te valoran no podrán distinguirte.
Recuerda que aquello que te hace llorar te hace tan especial como lo que te hace reír. Darte cuenta de esto constituye una liberación en sí misma. Cubre tu esencia, no dejes que las circunstancias la despedacen, protégela del frío.

Niña triste en la playa

El dolor que causa aquello que nos anula a veces es insoportable

Nadie quiere tener a su lado personas que le anulen o que boicoteen su crecimiento personal. Todos queremos a nuestro lado personas que nos ayuden a sumar experiencias y buenos sentimientos.
Sin embargo, generalmente no todo es blanco o negro. Habrá momentos en los que alguien descontará en algún grado de nuestro bienestar pero otros en los que sume tanto que compense todo lo anterior.
Es como el yin y el yang, la tristeza y la alegría, la noche y el día. Los aciertos requieren de los errores de la misma forma que sumar no tendría sentido si nunca hubiese nada que restar. Y es así como somos las personas, a veces blanco, a veces negro y, en otras ocasiones, de colores.

Niño caminando con su gato y un globo cerca de la luna

Nadie es totalmente bueno o totalmente malo

Aún sabiendo que no podemos ser todo o nada, no podemos dejar al descubierto nuestro bienestar, tenemos que protegerlo de daños que pueden ser evitables y previsibles.
Para eso debemos solemos una especie de balanza emocional. A un lado ponemos todo aquello generado por los demás que es negativo y que sobra. Al otro lado colocamos lo bueno y lo positivo que podemos encontrar en nuestro camino.
Como es obvio, deberemos sopesar emocionalmente a cada persona por separadoteniendo siempre en cuenta la situación física y emocional de las personas afectadas, así como, por supuesto, el contexto.
Queda a la vista que no es nada fácil utilizar nuestra balanza, pues hay cientos de factores que no podemos controlar y que son totalmente subjetivos. Así es que… ¿por qué juzgamos como bueno o malo tan a la ligera?
Hadas dándose la mano
“No hay nada mejor que reencontrarse con uno mismo y perdonar a la otra persona tenga razón o no, porque la gente, cuando hace cosas dolorosas, normalmente las hace porque en ese momento no podía hacerlo mejor, porque tenía miedo o por lo que fuera. Entonces, perdonar es algo maravilloso”
-Marwan-

Sé una persona justa, no pierdas tu esencia

A veces estar inmersos en un profundo dolor nos precipita al barranco de los prejuiciosy de los tópicos. Cuando sucede esto, solemos cegarnos por el dolor de nuestras heridas y no por lo bondad que en otras circunstancias nos caracteriza.
A través del perdón y de la comprensión podemos conseguir que cualquier persona sume aun partiendo de sus malas acciones o palabras. Somos nosotros los que damos validez a los demás, por lo tanto somos nosotros quienes elegimos de qué manera queremos aprender.
Tomar conciencia de que muchas veces juzgamos demasiado alegremente nos ayudará a eliminar de nuestra vida lo realmente dañino y negativo. Pensándolo así, a la larga nunca nos arrepentiremos de ser personas coherentes y justas.
No etiquetes ni juzgues a los demás, perdona y toma sus malas acciones como una oportunidad para seguir creciendo y aprendiendo. Tu esencia será la mejor protección y, por si fuera poco, siempre la tendrás a tu alcance

Las personas vacías necesitan hacer más ruido


“Un día, mientras paseaba con mi padre, se detuvo en una curva antes de llegar a una carretera vieja y desierta. Entonces me preguntó:

- ¿Además del cantar de los pájaros, el sol y el olor de las flores, percibes otra cosa hijo mío? 

Miré a mi alrededor y después de algunos segundos respondí:

- Estoy escuchando el ruido de una carreta. 

- Así es - dijo mi padre. – Se trata de una carretera vacía.

Le pregunté cómo podía saber que la carretera estaba desierta si aún no la habíamos visto.

Entonces mi padre me respondió: 

- Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía la carreta, más ruido hace. 

Pasaron los años, crecí y mi padre murió. Hoy, cuando escucho a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de los demás, siendo inoportuna, presumiendo o intentando ser el centro de la atención, me parece escuchar a mi padre diciendo: ‘Cuanto más vacía la carreta, más ruido hace’.”

Es probable que hayas encontrado personas así a largo de tu camino o quizás hasta te has comportado así en alguna etapa de tu vida.

Las personas vacías son aquellas que no escuchan a los demás, que solo quieren oír su voz. Se rodean de mucha gente por temor a la soledad, pero en realidad no les interesa conocerlas profundamente. Algunos adoptan una actitud prepotente y otros presumen de sus logros, que a veces enmascaran bajo una falsa máscara de modestia. De hecho, la coletilla “en mi humilde opinión” no suele ser más que una muestra de orgullo disfrazado.

Generalmente estas personas necesitan hacer mucho ruido, necesitan imponer sus puntos de vista porque sienten una gran inseguridad, porque están vacías emocionalmente y cuando miran en su interior, les asusta lo que encuentran. Son personas que, en casa, siempre tienen encendido el televisor o la música, no porque les gusta, sino porque así se sienten menos solas. El ruido es un escudo que usan para protegerse del silencio y, por ende, de sí mismas.

Estas personas también suelen comportarse de forma egoísta y a menudo acumulan mucha frustración, envidia y rencor. Obviamente, esos sentimientos que no la llevan a ningún sitio, tan solo les hacen sentir mal y les alejan de los demás. 

Están acostumbradas a priorizarse a sí mismas, a satisfacer sus necesidades por encima de las de los demás, dejándose llevar por un ritmo frenético de vida donde no hay espacio para la reflexión ni para establecer relaciones profundas.

Por consiguiente, construyen lo que se conoce como “relaciones líquidas”, es decir, mantienen relaciones de amistad o de pareja basadas en vínculos muy frágiles que terminan rompiéndose rápidamente. Tan pronto como una persona deja de satisfacer sus necesidades, deja de ser interesante y pasa a una nueva relación. Siempre están a la búsqueda de nuevos estímulos externos, porque así no tienen que mirar dentro de sí.

Mientras más vacía está la alcancía, más ruido hace


La humildad es una gran virtud. Las personas que realmente son exitosas y han crecido no necesitan ir por el mundo pregonando sus logros porque se sienten bien consigo mismas. No buscan aprobación, se aceptan y se gustan tal como son. Y eso les basta.

De hecho, la humildad no es simpleza, sino sencillez en la grandeza. Practicar la humildad significa asumir la responsabilidad por hacer las cosas, más que pregonar que las vamos a hacer, significa comprometerse y no esperar más satisfacción que la que se obtiene con el trabajo bien hecho. 

Saber escuchar, ser receptivos a los mensajes de los demás e incluso respetar los silencios son signos de humildad y madurez. Son esas cosas las que inspiran confianza en los demás y las que nos convierten en buenas personas. 

La humildad también implica el reconocimiento y la aceptación de nuestros defectos, debilidades y limitaciones. Nos predispone a cuestionar todo lo que habíamos dado por cierto. Si tenemos la tendencia a ser vanidosos o prepotentes, la humildad nos incita a mantener la boca cerrada y hablar de nuestros éxitos solo cuando nos pregunten. También nos conmina a ser breves y a no regodearnos demasiado, para darles a otros la oportunidad de hablar. 

Lo interesante es que a medida que cultivamos la humildad, que dejamos espacio para el silencio, logramos aprender de los errores que cometemos, así crecemos. De repente ya no sentimos la necesidad de discutir, imponer nuestra opinión o tener la razón a toda costa. Nos abrimos a los puntos de vista de los demás y exploramos nuevas formas de ver y afrontar la vida que probablemente ni siquiera sabíamos que existían.

La humildad como una vía para llegar a tu esencia


Las personas que hablan mucho, que hacen mucho ruido, no muestran su esencia. En realidad lo que habla es su ego. Su esencia está escondida detrás de diferentes capas de rencor, inseguridad o vanidad.

La mejor manera para llegar a nuestra esencia, desarrollar una actitud humilde y enriquecernos como personas es escudriñar dentro de nosotros. Si la vida carece de sentido, reconócelo. Si sientes un vacío, asúmelo. Es importante que no sigas mirando hacia otro lado y escondiendo esos sentimientos porque el autoengaño no es más que un déficit de honestidad. Seguir engañándonos solo servirá para acrecentar los problemas.

Por supuesto, al principio la honestidad puede ser dolorosa. Es difícil reconocer que nuestra vida carece de sentido, que nos hemos equivocado o que nos sentimos vacíos. Sin embargo, a medio término es un paso liberador que nos permite enfrentar la verdad, nos desvela quiénes somos en realidad y cómo nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos.

Promover el conocimiento personal tiene un efecto terapéutico. Ante todo, reduce el miedo a escudriñar en nuestro interior y a reconocer nuestro “lado oscuro”. También nos impide seguir llevando una máscara con la que pretendemos agradar a los demás, nos libera de la necesidad de aceptación y alivia la presión social. 

Por último, la humildad nos impide seguir ocultando debajo de la alfombra nuestros conflictos emocionales. Nos da la fuerza que necesitamos para cuestionarnos y crecer. De hecho, cuando emprendas este camino es probable que descubras que no necesitas justificarte ante los demás cuando estos señalan tus defectos, porque te sientes seguro de ti y te conoces.

Cuando te conoces no necesitas hacer ruido, porque quien lleva mucho dentro no tiene la necesidad de sacar todo fuera.
Rincón de la Psicología ~ 10:00

El error no es de quien confía, sino de quien miente

Niña de ojos tristes
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La confianza es como un puente de cristal frágil y transparente que eleva nuestra vida.Es probable que nos haya llevado mucho tiempo y mucho esfuerzo construirla, por lo que es un bien más que preciado.
Sin embargo, a pesar de que merece tanto trabajo y de que aporta tanta dicha, suele ser destruida en apenas unos segundos por nuestros descuidos, nuestros egoísmos y nuestras actitudes interesadas.
Cuando un sentimiento tan importante como la confianza se quiebra, algo en nuestro interior fallece. Esto ocurre porque la mentira pone en duda mil verdades, haciendo que nos cuestionemos incluso las experiencias que creíamos más francas.

La mentira tiene las patas muy cortas y los brazos muy largos

Aunque la mentira pueda alcanzar límites insospechados, la verdad siempre acaba trascendiendo. Como se suele decir, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, pues sus palabras y sus actos no se sostienen.
De todas maneras, el hecho de que todo caiga por su propio peso no quiere decir que el golpe no vaya a resultar aparatoso y doloroso. De hecho, lo normal es que ocurra precisamente lo contrario y que la mentira y la traición supongan un antes y un después en nuestra vida.
“Un pájaro posado en un árbol nunca tiene miedo de que la rama se rompa, porque su confianza no está en la rama…. Si no en sus propias alas…”

molestar

La responsabilidad en la traición

Es común escuchar eso de “Si te traicionan una vez es la culpa del otro, pero si te traicionan dos veces, es tu culpa”. Lo cierto es que a esta afirmación no le falta razón, pero sí que debemos cogerla con pinzas.
O sea, la idea es que aprendamos de nuestros errores y que no repitamos nuestros fallos, pero en último término nunca deberíamos sentirnos culpables de que nos engañen. ¿Cómo vamos a ser nosotros responsables de lo que hagan los demás? Es una locura.
No obstante, es probable que esto nos haya atormentado en más de una ocasión, haciéndonos sentir estúpidos por haber caído en las redes de alguien a “quien se venía venir”. En este sentido, resulta muy fácil atar cabos cuando ya se ha caído la casa y se ha despedazado.
Ni somos adivinos ni somos infalibles. Además, los demás tampoco son perfectos y en algunos casos tenemos que plantearnos que las buenas personas también cometen errores, por lo que también hay que estar abiertos a perdonar.
“Después de un tiempo aprenderás que el sol quema si te expones demasiado. Aceptarás incluso que las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitarás perdonarlas. Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma…. descubrirás que lleva años construir confianza y apenas unos segundos destruirla y que tu también podrás hacer cosas de las que te arrepentirás el resto de la vida”.

Emociones

La herida emocional de la traición

La ingratitud y la traición nos duelen especialmente cuando afectan a las personas que queremos y tenemos alrededor, como nuestra pareja, nuestros amigos o nuestra familia. Cuando esto ocurre comienzan a actuar la rabia, la impotencia y la ira, haciendo que perdamos los papeles.
También es muy doloroso (y por desgracia demasiado común) que alguien haga algo por nosotros esperando solamente recibir algo más por nuestra parte. Este tipo de traición nos rompe los esquemas y sumerge nuestro mundo emocional en un auténtico caos.
No obstante, aunque el engaño nos duele en lo más profundo de nuestro corazón, no tiene mucho sentido que porque nos hayan herido cambiemos nuestra forma de ser y nos comportemos mal con otra gente a modo de venganza o despecho.
Por increíble que parezca, esta reacción es bastante común cuando la “herida emocional” está abierta e infectada. De la misma forma, tampoco porque nos la hayan jugado tenemos que vestir con una armadura ante todas las personas que nos rodean.Basta con que nos protejamos contra el traidor.
tropiezos

Cómo superar la mentira, la traición y el engaño

La seguridad, la franqueza, la honestidad y la lealtad en nuestras relaciones son un pilar básico para mantener nuestro crecimiento. Sin embargo, las dudas, el recelo y la falsedad solo nos hacen daño, nos queman y nos envenenan.
Asimismo, si bien la desconfianza clava profundas espinas en nuestro interior, todos podemos superarlo. Es normal que ante estas situaciones crezca la duda y con ella el recelo, pero esto no debe constituir una oportunidad para desconfiar de los demás.
O sea, que puestos a que es probable que nos encontremos en más de una ocasión con esta situación tan indeseable, debemos entender que es una oportunidad para crecer como personas y elegir mejor a la gente de la que nos rodeamos.

RECETA - FALAFEL (CROQUETAS DE GARBANZOS)

 (CROQUETAS DE GARBANZOS)

Las falafel es uno de los platos mas populares de la cocina árabe. En lugar de darles forma de albóndigas, que es lo habitual, les dí forma de croquetas, una ideal genial para que los niños coman garbanzos sin saberlo.

Se pueden hacer con forma de hamburguesas a la plancha con un poquito de aceite o bien pasarlas por pan rallado o harina de garbanzo y freírlas en abundante aceite con forma de albóndigas o croquetas. Lo habitual es hacerlas fritas.

Se acompañan de ensalada, arroz blanco cocido, salsa de yogur o pan de pita.








Ingredientes:
-un bote de garbanzos cocidos enjuagados y escurridos
-una cebolla pequeña
-un diente de ajo
-una cucharada de aceite de oliva
-sal
-pimienta
-cilantro (opcional)
-un huevo
-perejil picado
-pan rallado o harina de garbanzos
-aceite para freír.


Preparación:
Picar la cebolla y el ajo muy picados y sofreír en una sartén con la cucharada de aceite hasta que la cebolla se vuelva transparente.

Echar la cebolla y el ajo en un bol junto con los garbanzos enjuagados y escurridos, sal, pimienta, cilantro picado, perejil picado y trabar con un tenedor hasta formar una pasta. Batir el huevo y mezclar con esta pasta.

Darles la forma deseada (albóndigas, croquetas,...), pasarlas por pan rallado o harina de garbanzos (suelo usar pan rallado con ajo y perejil) y freír en abundante aceite caliente. 


THERMOMIX: Echar en el vaso la cebolla y el ajo sofritos, y el resto de ingredientes más el huevo batido 5 segundos, V5. Una vez hecha la pasta, proceder como sigue.

SI NOS VAMOS A ARRUGAR QUE SEA DE TANTO REIR

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Si nos vamos a arrugar que sea de tanto reír

Dicen que las arrugas nos recuerdan el lugar en el que han estado las sonrisas. Por eso, cada pliegue de nuestra piel puede ser el reflejo de una alegría inesperada que probablemente ni siquiera recordamos pero que nos solucionó la vida en los momentos más difíciles.
Hay surcos que guardan en su misterio la belleza del paso del tiempo y de las alegrías vividas los años. Nuestras sonrisas arrugan nuestro rostro y pliegan nuestros ojos, ejerciendo un gran poder y forjando a su vez una mirada limpia y noble que nos llena de bondad.
Así, la belleza envidiable es aquella en la que reposa plácidamente la serenidad. Esta se hace eco de lo ilimitada que es nuestra capacidad de sentir, aceptar y disfrutar de nuestras emociones.
“Déjenme todas las arrugas. No me quiten ni una. He tardado toda una vida para procurármelas”.
Anna Magnani a su maquillador antes de cada rodaje

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Lo importante no es sumar años de vida, sino vida a los años

Nuestro presente ha sido sembrado con las semillas del pasado. Por esta razón y dado que ya no podemos hacer retroceder las manecillas de nuestro reloj, es el momento de convertir nuestro presente en un buen futuro.
Solo nosotros podemos lograr vivir en plenitud, cuidarnos y disfrutar de cada día, siempre y cuando sea a nuestra manera. Somos los responsables de lidiar con nuestras propias guerras y ponerle entusiasmo a nuestras andanzas.
Para sumar vida a nuestros años no se nos pasa el arroz; por eso, debemos tomar conciencia de que cada sonrisa que acumulemos será un orgullo el día de mañana cuando miremos al pasado.
“Los años arrugan la piel, pero solo el abandono del entusiasmo arruga el alma. El pesar, la duda, la propia desconfianza, el miedo a la desesperación, son los años que encorvan el corazón y conducen el espíritu floreciente a las sombras.
Ya se tenga dieciséis o sesenta, siempre existe en cada corazón humano el impulso a la maravilla, el suave asombro ante las estrellas, el desafío a los acontecimientos, el apetito infantil por la vida”.
-Autor desconocido-

Borrón y sonrisa nueva

Cuando menos nos lo esperamos, todo puede salir bien. Por eso, cada día tenemos en nuestras manos la decisión de vestirnos con una sonrisa o con una triste decepción. Somos nosotros quienes determinamos lo que merece la pena y lo que merece la alegría en nuestra vida.
Una persona no envejece cuando se le arruga la piel, sino cuando se le arrugan sus sueños y sus esperanzas. En esto poco tiene que ver la cantidad de años que haya vivido, pues en realidad la suma de sus actos y de su espíritu se resume en la persecución de sus metas e ideales.

coses

Borrón y sonrisa nueva. Me levanté un día y, como no sabía qué ponerme, me puse feliz. Es mi vestido de la suerte, mi traje de gala.

Podemos ponerle ganas a todo aquello que nos aporta y que nos suma a la vez que dejamos de lado todo lo que nos resta. Destierra de tu mente el “no puedo” y proponte que normalmente el obstáculo principal en tu vida es la edad. Piensa que cuantas más disfrutes de los mares que surcan tus sonrisas, más grande se hará tu alma y tu corazón.
Porque el brillo de nuestra mirada crece y enriquece, haciendo que no perdamos la ilusión de vivir aunque nos falten las fuerzas. Haz que cada año de tu vida surque tu piel, convierte en eterno cada segundo de tu vida y no renuncies al placer de sentir un golpe de aire fresco en tu rostro.
No permitas que la amargura le gane la batalla a tus ganas, mira con orgullo tu vida, sonríele siempre que puedas y gana un lugar tranquilo en el que dormir junto a tu paz interior. Recuerda que estamos gozando de un viaje sin retorno.
Permite que la vida te hechice, atesora recuerdos, arráncale destellos a los años y recuérdale a tu piel dónde estuvieron aquellas sonrisas de las que disfrutaste.
Imágenes cortesía de Natilles, David Padilla y Nuvolanevicata