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VOLCANES Los secretos del Chimborazo

Los secretos del Chimborazo

El punto más alejado del centro de la Tierra es un volcán que erupciona cada mil 

años

Colectivo SinestesiaColectivo Sinestesia El volcán Chimborazo.
El Chimborazo, con sus 6.268 metros de altitud, es la montaña más alta del Ecuador y su cumbre es el punto más alejado del centro de la Tierra, superando incluso al Everest con dos kilómetros, por estar sobre la línea ecuatorial. Es un volcán nevado y aunque el Instituto Geofísico del país dice que “está potencialmente activo”, casi nadie lo ve como una amenaza. La historia indica que el intervalo promedio entre erupciones es de 1.000 años; su última erupción fue en el siglo VII.
Esta montaña nevada se puede ver desde la ciudad de Riobamba, que está a 190 kilómetros de Quito, y esconde muchos secretos. Como aquellas ruinas que fueron halladas hace 25 años por el andinista Marco Cruz, que a sus 70 ha subido más de 600 veces al Chimborazo. Se trata de un conjunto de piedras que forman ocho estancias y que están ubicadas al pie occidental del Chimborazo, a 4.860 metros de altura y que probablemente se encontraba sobre una laguna ya desaparecida.
No se han hecho estudios serios sobre este hallazgo, pero se presume que era un santuario, una huaca, según el antropólogo Segundo Moreno Yánez, que en 2009 publicó el ensayo El Chimborazo, Ecuador: un ancestro sagrado andino. Moreno sugiere que los pueblos que habitaban en las faldas de la montaña practicaban los Capacocha o sacrificio humanos para asegurar la provisión del agua que baja de la cumbre y controlar su furia.
Las crónicas de Fray Juan de Paz Maldonado, cura de San Andrés de Xunxi (cantón Guano, donde se asentaron los puruhaes), escritas en 1582 también refrendan esta versión: “El dicho volcán del Chimborazo está de este pueblo una legua y media; salen del 3 ó 4 arroyos de agua (...). Y alrededor de él, al pie de la nieve, hay algunos edificios caídos, donde acudía toda la tierra alrededor a ofrecer cada vez que se les antojaba”.
El interés por subir a la montaña sagrada despertó en el siglo XIX
El interés por subir a la montaña sagrada despertó en el siglo XIX. El inglés Edward Whymper fue el primero en corOnar la cumbre del coloso el 3 de enero de 1880 y, un siglo después y en su honor se construyó el refugio Whymper, a 5.030 metros en el lado occidental. Desde allí parten los montañeros que deciden repetir la hazaña. La escalada toma unas ocho horas según cuenta Franklin Varela, director del grupo de rescate de la Asociación de Guías de Montaña. Se suele salir del refugio a las 11 de la noche y se alcanza la cumbre a las 6 o 7 de la mañana; el descenso ya lleva menos tiempo, entre tres y cuatro horas.
El ascenso se hace en la noche porque el sol ecuatorial pega muy fuerte durante el día y eso hace que se desprendan trozos de tierra y hielo que pueden ocasionar daños. Antes este fenómeno era más letal pues por la inclinación de la montaña se produjeron avalanchas que sepultaron a más de uno, pero hoy debido al calentamiento global buena parte del hielo ha desaparecido y ha dejado al descubierto el glaciar. Esto, sin embargo, que hace que la escalada sea más difícil y haya riesgos de resbalamiento, según explica Varela.
La montaña enigmática custodió durante muchos años los restos de un avión de bandera ecuatoriana, que se había estrellado en uno de sus flancos en 1976 y jamás fue localizado. Partes del fuselaje quedaron al descubierto en 2003, por el mismo deshielo de la montaña, pero los familiares de los 59 pasajeros que perecieron decidieron declarar a la zona camposanto.
El deshielo, que también es causado por la ceniza que expulsa el vecino del Chimborazo, el volcán Tungurahua, que está en erupción constante, ha revelado otros secretos que la montaña guardaba como los cuerpos de tres andinistas que fueron sepultados por una avalancha en 1993 y que por decisión de sus familiares fueron dejados allí. El hallazgo se produjo en agosto del año pasado y como nada de esto sabía, los rescatistas bajaron los cadáveres y los familiares fueron a reconocer los cuerpos en Quito. El guía Varela, que estuvo entre los rescatistas, luego se supo que los cuerpos fueron incinerados y que sus familiares tenían el anhelo de que sus cenizas volvieran a la cima del Chimborazo.