Fue esta imagen la que finalmente me llevó al lugar en el que al parecer Thomas Wright ocultó su tesoro. En la ventana, por encima de las cabezas de las figuras, encontramos los símbolos acostumbrados para los cuatro evangelistas: un toro, un león, un ángel y un águila. Cuatro estatuas que representaban exactamente los mismos símbolos fueron erigidas por orden de Thomas Wright en una cueva horadada en una colina denominada White Cliff, en Hawkstone Park, a una distancia de un par de millas. Como la imagen que aparece por encima de la figura que porta el cáliz es un águila, quizás sería en el interior de la estatua del águila de Wright donde se encontraba oculta la reliquia.
Me sentí desolado al descubrir que en 1920 un hombre de negocios de la zona llamado Walter Langham decidió trasladar las estatuas para decorar su jardín, y que al intentarlo la estatua del águila se rompió, descubriéndose en su base una cavidad en la que se encontró un objeto que fue descrito como una pequeña copa de piedra.
Parecía que el objeto que Thomas Wright y sus antepasados habían creído durante generaciones que era el Santo Grial había sido descubierto por accidente décadas atrás, y probablemente desechado. No obstante, cuando finalmente encontré a la bisnieta de Thomas Wright en la ciudad de Rugby, en el interior de Inglaterra, me sentí encantado al descubrir que aún conservaba la copa. Ni ella ni nadie de su familia consideraba a este objeto algo particularmente especial, desconociendo la historia de Thomas Wright y sus enrevesadas pistas. Hasta donde ella sabía se trataba simplemente de una extravagancia interesante. La familia solo la conservaba por las extrañas circunstancias en las que fue descubierta: ¿cómo es que se encontraba oculta en el interior de una estatua? Me quedé asombrado al descubrir que la copa estaba aún en su ático, sepultada bajo un montón de trastos acumulados durante años.
Cuando su propietaria me enseñó la copa, en un primer momento me sentí decepcionado. Era tan pequeña. Unos 4,5 centímetros de alto y poco menos de 4 centímetros de ancho, con aproximadamente la forma y el tamaño de una huevera de piedra verde. De hecho, al encontrarse su borde plegado hacia dentro, la familia Langham supuso que se trataba de un antiguo recipiente victoriano para mostaza.
Revelaciones asombrosas
Cuando la familia me permitió llevar la pieza al Museo Británico para su análisis, todo cambió. La «copa» fue identificada como un frasco de perfume de la época romana que en el pasado habría tenido tapa. Era exactamente lo mismo que el famoso frasco de María Magdalena. Sorprendentemente, por su estilo, fue datado en torno al siglo I d. C., precisamente la época en la que vivió la Magdalena. Y lo que resulta aún más asombroso, estaba hecha de alabastro verde de una variedad que únicamente se encuentra en Egipto, bastante cerca de la antigua Judea en la que la Biblia sitúa la vida de Cristo. Era justo lo que el Nuevo Testamento nos dice de la reliquia de María Magdalena: un frasco de alabastro.
Ninguno de estos datos constituía una prueba positiva de que el frasco hubiese pertenecido realmente a María Magdalena o contenido la sangre de Cristo, pero era de la misma época y procedía de la misma región, y estaba hecho del mismo material del que habla la Biblia. Lo que sin duda es cierto, en mi opinión, es que aparentemente se creía que este objeto era el Grial en la época en la que fueron escritos los primeros romances artúricos. Había permanecido oculto durante siglos en el lugar en el que las antiguas leyendas ubican a la sagrada reliquia: el Castillo Blanco de la Ciudad Blanca (Whittington). Si estoy en lo cierto, lo que encontré fue el objeto que dio pie al nacimiento de la leyenda original del Grial. En efecto, el antiguo, perdido y olvidado Santo Grial.
Este artículo fue publicado por www.ancient-origins.es y ha sido publicado nuevamente en CodigoOculto.com con permiso.