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20 frases célebres de 'El Quijote'


El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha fue publicado el 16 de enero de 1605.
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 VER ESPECIALFrases famosas de la historia (2)

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, una novela escrita por el más célebre escritor español de todos los tiempos, Miguel de Cervantes Saavedra, fue publicada por primera vez el 16 de enero de 1605 y es considerada como la obra más destacada de la literatura universal.

Su tratamiento burlesco y desmitificador de la tradición caballeresca la conforman como la primera novela moderna y una de las mejores obras literarias de la historia junto al Decamerón (Giovanni Boccaccio ), la Divina Comedia (Dante Alighieri), Hamlet (William Shakespeare), Crimen y Castigo(Fiódor Dostoievski) o 1984 (George Orwell).

El Quijote ha sido, después de la Biblia, la obra más veces publicada y también la más traducida en todo el mundo.

Estas son las frases más famosas de la novela de Cervantes:

“¡Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso!”.

“La virtud más es perseguida de los malos que amada de los buenos.”

“La ingratitud es hija de la soberbia.”

“La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura.”

“Come poco y cena menos, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago.”

“La sangre se hereda y la virtud se aquista; y la virtud vale por sì sola lo que la sangre no vale.”

“Esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y sobre todo, ciega, y así no ve lo que hace, ni sabe a quien derriba.”

“Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias.”

“La pluma es lengua del alma; cuales fueren los conceptos que en ella se engendraron, tales serán sus escritos”.

“¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede obligación de agradecérselo a otro que al mismo cielo!”

“Por la libertad, asì como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida.”

“Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”.

“Bebo cuando tengo gana, y cuando no la tengo y cuando me lo dan, por no parecer o melindroso o malcriado.”

“Y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro.”

“El año que es abundante de poesía, suele serlo de hambre”.

“Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dàdiva, sino con el de la misericordia.”

“Y verá el mundo que tiene contigo más fuerza la razón que el apetito.”

“Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que otro.”

“No huye el que se retira.”

“Casamientos de parientes tienen mil inconvenientes”.



¿El optimismo protege el corazón?


Una reciente investigación demuestra que los cenizos tienen peor salud cardiovascular.

Optimismo y salud cardiovascular
VER ARTÍCULOUn programa informático calcula el riesgo de enfermedades cardiovasculares
Un nuevo estudio ha venido a confirmar lo que circula entre la gente como un lugar común: ver el lado bueno de las cosas es positivo para el organismo. Investigadores de la Universidad de Illinois, en EE. UU., han analizado el vínculo entreoptimismo y salud cardiaca en más de 5.100 adultos de entre 45 y 84 años, y han concluido que “los individuos que muestran los mayores niveles de optimismo tienen dos veces más posibilidades de encontrarse en un estado cardiovascular ideal que aquellos más pesimistas”.
Además, esta asociación se mantuvo cuando los expertos aplicaron los factores correctores atribuibles a las diferencias de edad y estatus socioeconómico. Los autores del trabajo se valieron de siete patrones para medir la salud cardiovascular de los sujetos: presión sanguínea, índice de masa corporal, niveles de colesterol y glucosa, dieta, actividad física y consumo de tabaco.
Después cruzaron estos datos con los niveles de salud mental, optimismo y bienestar físico que decían tener estos individuos. Los resultados no dejaron lugar a la duda: los más positivos y animosos eran los que poseían los corazones más fuertes, y también mostraban mejores niveles de colesterol. 
Imagen: Corbis

RECETA - Budin de naranja integral


ideal para cualquier desayuno o merienda
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    Ingredientes

    1. 80 grsmanteca o 1/4 taza de aceite neutro
    2. 180 grsazucar
    3. 2 Huevos



    1. 1naranja para la ralladura y el jugo
    2. c/nesencia de vainilla
    3. 150 ccleche
    4. 250 grsharina integral
    5. 1 cdapolvo de honear
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      Pasos

      1. Precalentamos el horno a 180ºc.
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        • En un bol batimos la manteca pomada con el azúcar.
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          • Incorporamos los huevos de a uno y seguimos batiendo.
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            • Agregamos la ralladura , el jugo de la naranja y la vainilla.
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              • Por ultimo intercalamos la leche con la harina y el polvo de hornear, hasta lograr una mezcla homogénea.
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                • Lo volvamos en un molde enmantecado y enharinado, y lo llevamos al horno por aprox 45 mis.
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                  • Si utilizas aceite: primero batimos los huevos con el azúcar, luego agregamos el aceite. Incorporamos la naranja y la vainilla, y por ultimo la harina con la leche.

                  TRAS LA MUERTE SEGUIMOS EL VIAJE, PALOMA NAVARRETE

                  Abundancia, Amor y Plenitud


                  Posted: 26 Jan 2016 11:30 PM PST

                  “Tras la muerte seguimos el viaje”, Entrevista a Paloma Navarrete.

                  Paloma Navarrete, psicóloga, farmacéutica, vidente y médium


                  70 años. De Santander, vivo en Madrid. Licenciada en Farmacia y Psicología. Divorciada, con hijas y nietas. Investigo plantas aromáticas en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias. Vivimos un cambio de civilización. La conciencia individual continúa tras la muerte.

                  Entrevista a Paloma Navarrete:

                  Una señora bien

                  ....En su aspecto y maneras no tiene nada de friqui, todo lo contrario, pero eso no le impide tener la facultad de comunicarse con los muertos. Para controlar sus facultades se formó durante tres años con un chamán en Guatemala y cuando volvió estudió astrología, quirología, cábala…, y fundó el primer gabinete de futurología de la capital. Llevaba una doble vida de científica y bruja. Trabajó con Jiménez del Oso y con el padre Pilón investigando fenómenos paranormales, algunos muy mediáticos, como los del Reina Sofía, donde halló la existencia de ataúdes y cadáveres tras sus blancos muros. Cuenta experiencias y conclusiones en Experiencias en la frontera (Cúpula).

                  Tras la muerte, ¿seguimos viaje?
                  Sí.

                  ¿Cómo lo sabe?
                  Me han dado algunas pistas desde el otro lado. Mi bisabuela, a la que no conocí, se sentaba en mi cama por las noches, me arropaba, me daba un beso y se iba.

                  Qué susto.
                  Yo creía que les sucedía a todos los niños, hasta que se lo conté a mis amigas y me dijeron que era una mentirosa. A partir de los 12 años el más acá me tuvo muy ocupada, sólo utilizaba mis capacidades para averiguar lo que iba a caer en los exámenes.

                  ¿Y traficaba con las preguntas?
                  De una manera tremenda. Me casé con un diplomático, embajador en Guatemala. Allí un chamán me enseñó a ordenar mis capacidades, desarrollarlas y utilizarlas.

                  ¿Para qué?
                  Para ver el futuro y comunicarme con los del otro lado que de alguna manera siguen ahí, sin cuerpo pero con identidad. Suelen tener algo pendiente o están perdidos.

                  ¿Qué pasó cuando volvió a España?
                  Seguí con mi tema de farmacia y en paralelo monté un gabinete de futurología. He colaborado con policías en busca de desaparecidos, de secuestrados; y trabajé con el padre Pilón y su Grupo Hepta y el Equipo 13.

                  ¿Con buenos resultados?
                  Sí. Ayudé a las Abuelas de la Plaza de Mayo a saber de sus seres queridos secuestrados por la dictadura militar. Fue duro porque la mayoría, pude verlo, fueron lanzados desde un avión, enterrados en cal viva… Pero vi como uno pudo escapar, les di las características y les dije que aparecería al cabo de un año.

                  ¿Somos allí como hemos sido aquí?
                  Nos vamos con la misma personalidad, con el mismo carácter, y vamos evolucionando y elevando la vibración energética.

                  Los malos ¿siguen siendo malos?
                  No, pero esas personas tienen una energía tan densa que les cuesta mucho refinarla.

                  ¿Y qué pasa con los animales?
                  Fui con el padre Pilón a una casa en la que se oían pasos, se abrían y cerraban puertas y los juguetes de los niños se desordenaban solos. Saqué mi bola de cristal, que es el medio que utilizo para comunicarme.

                  ¿…Y?
                  Vi a un chico de 12 años enfadado porque no tenía a nadie con quien jugar. Supimos después que era el hijo de los antiguos dueños de la casa, muertos en accidente de coche.

                  ¿Qué hizo?
                  Llamé al abuelo para que viniera a buscarle. Vino, pero el niño no le hizo ni caso. Entonces apareció un perro de lanas. Cuando se encontraron todo fueron besos y abrazos. Ese perro estaba esperando a su amo y fue él el que se lo llevó tras de sí. Las mascotas que han tenido una relación de amor con los humanos persisten en el otro lado.

                  Suena a película de Disney.
                  Sí, patrañas, pero luego vamos al registro, comprobamos datos, vemos fotos… Ellos, los del otro lado, nunca mienten.

                  ¿Pero qué sentido tiene todo esto?
                  Ayudarles a seguir su viaje, aprender sobre la conciencia humana y averiguar cómo es la realidad en la que viven.

                  ¿Qué hay de relevante?
                  Que existe una pervivencia de esa conciencia individual cuyas posibilidades y potencialidades se multiplican muchísimo. Estoy convencida de que la física cuántica nos va a dar muchas respuestas, y que todo lo que yo he visto y veo ya no será un disparate.

                  Cuénteme algún caso excepcional.
                  Nos llamaron del Reina Sofía, los vigilantes de seguridad estaban aterrorizados porque por las noches se les aparecía un fantasma (al que llamaron Ataúlfo), y los ascensores, todos ellos desconectados del cuadro eléctrico, se ponían en marcha solos. Recorrí el museo y vi en una pared blanca dos muertos asomados.

                  ¡Qué miedo!
                  Un hombre y una mujer. Estaban enfadados. El jefe de seguridad que nos acompañaba me explicó entonces que el museo había sido un hospital fundado con el beneplácito de Carlos III por una monja y un cura.

                  Ellos.
                  Sí. Durante las obras encontraron los féretros del cura y la monja y como no sabían dónde meterlos los colocaron en ese sótano en la pared y levantaron un muro de pladur.

                  Los fantasmas estaban molestos, claro.
                  Enfadadísimos. Se los llevaron y los enterraron en el cementerio de la Sacramental de San Isidro. El Reina Sofía es un edificio público y se pudo verificar todo lo que vi.

                  ¿Y Ataúlfo?
                  Llegamos a otra sala y vi nítidamente a una serie de personas vestidas con camisones sucios, atadas a la pared con cadenas y gritando como locas. Uno se volvió hacia un lado y le dio un mordisco al vecino. “Esta era la sala de locos furiosos”, dijo el jefe de seguridad. “Cuando hicimos la remodelación quitamos las cadenas y las argollas de la pared”.

                  ¿Y eso cómo se soluciona?

                  Yo estaba viendo una impregnación, pero el del mordisco era un loco que seguía paseándose: Ataúlfo. No quería irse, y ahí está, puede ir a conocerlo.


                  *Fuente, y cortesia de la nota: guiacuerpomente.com

                  SETENTA BESOS


                  LAS LENTEJAS - CUENTO PARA PENSAR


                  Puerto Rico, un tesoro escondido en pleno Caribe

                  Puerto Rico, un tesoro escondido en pleno Caribe
                  Un viaje por la acogedora isla caribeña, en busca de sus playas, ciudades coloniales y selvas

                  Por National Geographic -30 diciembre, 2015146
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                  Un grupo de vecinos de todas las edades se reúne cada jueves al atardecer al pie de la muralla del Viejo San Juan.
                  Un grupo de vecinos de todas las edades se reúne cada jueves al atardecer al pie de la muralla del Viejo San Juan.

                  La escena es de lo más costumbrista: cantan y bailan en corro al son de varios «cuatro», la guitarra tradicional puertorriqueña, mientras que el sol se esconde regalando un atardecer melancólico. Al caer la noche, la gente se agrupa en torno a las viandas que cada cual ha traído de su casa y el viajero es recibido como uno más. Hace calor en esta noche veraniega y los cuerpos sudorosos delatan ya las muchas horas de fiesta, que se prolongará hasta bien entrada la madrugada sin que nadie les demande por exceso de ruido.

                  Así es Puerto Rico: puro Caribe, aunque nominalmente se declare Estado Asociado de los Estados Unidos. El viajero hispano que se sumerja una noche de sábado por las calles del distrito histórico de San Juan, capital de la isla y una de las ciudades coloniales más hermosas de América, sentirá que está en territorio cercano, amigo. Hay buganvillas y palmeras, agradables vías peatonales a las que se asoman balcones llenos de flores, casas de planta baja de colores alegres y chillones, mucha gente por la calle, restaurantes que no cierran en toda la noche, parejas que se dan arrumacos en el malecón que rodea la muralla y música de salsa y de bomba, el son puertorriqueño por excelencia.

                  El Viejo San Juan también ofrece mucha vida durante la mañana. A primera hora, las coloridas fachadas de la calle del Cristo o la de San Sebastián asisten a un intenso ir y venir de gente, un maremágnum humano que se pierde entre el trazado de vías rectilíneas que construyeron los españoles hace ya más de 500 años. La plaza de San José está engalanada con la estatua de Juan Ponce de León (1474-1521), el conquistador que fue primer gobernador de Puerto Rico. Un poco más allá se vislumbra el castillo de San Felipe del Morro, un fuerte del siglo XVI más conocido como «el Morro» por su aspecto de inexpugnable mole encarada al mar.

                  Con 161 kilómetros de largo por 51 de ancho, la isla de Puerto Rico es todavía una enorme reserva natural. Una cordillera atraviesa su interior longitudinalmente y en su extremo más oriental guarda la única selva tropical de Estados Unidos, al margen de Hawai: el bosque lluvioso de El Yunque, reliquia de la cubierta vegetal húmeda que un día cubrió la cuenca caribeña. Gracias a los 3.400 litros de lluvia que recibe al año, en El Yunque conviven más de 240 especies de árboles y otras tantas de insectos, aves y reptiles –como la rana arborícola coquis– esparcidos a lo largo de más de mil metros de desnivel, en los que es posible diferenciar hasta cuatro biotopos. Varios se observan durante la ruta de 45 minutos a pie hasta el torreón del monte Britton (941 m), envuelto a menudo por la niebla.

                  A 120 kilómetros de San Juan por autopista, justo al otro lado de la isla, aparece Ponce, la perla de la costa sur. Una ciudad señorial donde el neoclasicismo redibujó la urbe colonial; y ahí están la catedral de Guadalupe, el teatro La Perla y la Alcaldía para atestiguarlo. La época más vibrante del año acontece en carnaval (febrero), uno de los más famosos del Caribe y también de los más antiguos, de 1858. La figura central de las fiestas son los «vejigantes»: danzarines que usan una vejiga de vaca seca e inflada para golpear a los espectadores. La máscaras que cubren sus rostros son pura orfebrería en cartón piedra, con cuernos y hocicos dentados.

                  Aunque hay un Puerto Rico de lujo muy del gusto estadounidense –con complejos hoteleros de los que no hace falta salir en una semana para entretenerse–, existe otro Puerto Rico más popular, que resulta mucho más apetecible si se desea conocer el país real. Esa versión auténtica se materializa en pueblecitos del interior como San Sebastián, cerca del cual se encuentran la salvaje cascada de Gozalandia, una charca camuflada por la selva que ofrece un refrescante baño. También son «reales» las playas de la costa oeste (Aguadilla, Mayagüez y Boquerón), que quizá no den la imagen de postal paradisíaca, pero que son igual de hermosas. Otro enclave sorprendente son las cuevas kársticas próximas a Arecibo, en el norte, entre las que destaca la Cueva Ventana, asomada a un extenso valle  delimitado por las montañas de Río Grande.

                  La otra sorpresa del viaje será descubrir que Puerto Rico está compuesta por tres islas y no una sola: la isla grande, de la que toma su nombre el país, y dos más pequeñas que emergen frente a la costa nororiental de la primera. Estas dos ínsulas se llaman Culebra y Vieques, y constituyen, pese a su escasa superficie, dos reductos medioambientales de las excelencias caribeñas.
                  A Culebra se llega en una hora y media de transbordador desde Fajardo o en quince minutos de avioneta desde San Juan. Esta isla posee el que muchos consideran el mejor arenal de Puerto Rico, la playa Flamenco. No resulta exagerado decir que se trata de la quintaesencia de las beldades caribeñas, donde cada elemento ocupa el sitio y tiene el color que habíamos imaginado antes de cruzar el Atlántico: la arena es blanca y las aguas, azulverdosas; el cielo exhibe un azul impoluto y las palmeras un verde intenso.
                  La isla de Vieques también está conectada desde el puerto de Fajardo en barco, a poco más de una hora, o en diez minutos de avioneta desde el mismo Fajardo o desde San Juan. Hasta el año 2003, el 70% de la isla fue una base militar y después pasó a ser declarada reserva natural, de ahí que se salvara de la construcción de complejos hoteleros. La mayoría de viajeros llegan a Vieques para disfrutar de uno de los fenómenos más curiosos de la naturaleza marina: las aguas bioluminiscentes de Bahía Mosquito, donde se concentra un altísimo número de organismos microscópicos (dinoflagelados) que tienen la particularidad de emitir luz cuando son agitados. Que sea aquí donde mejor se vea es gracias a una serie de casualidades: por un lado, el gran aporte de nutrientes orgánicos de los manglares que rodean la bahía y, por otro, la escasa renovación de sus aguas.

                  El curioso fenómeno se conoce como «mar de ardora» y ha sido documentado en otros 200 puntos del planeta. Son los fuegos que los antiguos marinos decían ver y las extrañas luces que rodeaban a la nave Nautilus en la novela 20.000 leguas de viaje submarino de Julio Verne. Al caer la noche en Bahía Mosquito, las aguas someras y tranquilas de la rada se convierten en una gigantesca luciérnaga cada vez que algo, sean peces o bañistas, mueve la superficie de sus aguas.

                  De vuelta a San Juan, aún queda tiempo para disfrutar de las vecinas playas de Dorado. Tendidos al sol o buceando, pensaremos en los contrastes que hacen de Puerto Rico uno de los enclaves más atractivos del Caribe. De las bahías luminiscentes a los centros comerciales donde se vende de todo; bailes al ritmo de salsa y reservas de naturales; balconadas coloniales, playas caribeñas y complejos hoteleros; hamburguesas y ron. Ironías de un país que regatea en inglés, paga en dólares y tiene corazón latino.

                  MÁS INFORMACIÓN
                  Documentos: pasaporte electrónico y la autorización ESTA para entrar en los Estados Unidos (www.cbp.gov/travel/international-visitors/esta).
                  Idiomas: inglés y español.
                  Moneda: dólar estadounidense.
                  Horario: 6 horas menos.

                  Cómo llegar y moverse: Puerto Rico dispone de 7 aeropuertos. El Luis Muñoz Marín, en San Juan, es el que recibe más vuelos internacionales, sobre todo de Estados Unidos. Existe una conexión semanal con Europa a través de Frankfurt (Alemania). La red de autobuses ama alcanza todos los rincones de la isla grande. Otra opción es alquilar un coche o contratar taxis para rutas fijas. Los transbordadores a las islas de Culebra y Vieques zarpan del puerto de Fajardo, a 55 km de San Juan.