MAPA DE VISITAS

Enamorate de Italia


Una piscina termal al aire libre en la Toscana, la ruta de Borromini en Roma y el jardín de Capri que florece sobre las ruinas de un palacio de Tiberio. La 'bellezza' italiana, en un viaje muy personal

Estatua de la residencia de Axel Munthe, en la Villa San Michele (isla de Capri). / PIETRO CANALI
"En Italia la línea más breve entre dos puntos es el arabesco". Lo dijo Ennio Flaiano, el gran lúcido de los sesenta, y fue lo primero que pensé cuando me puse a escribir un viaje sobre lugares de Italia que hubieran resonado en mi interior, sobre esos espacios hermosos, altivos, crudos —a veces siniestramente hermosos— que, como dicen ellos, nos tocaron el cuore. Dos pequeñas advertencias previas. Lo primero, la emoción tiene como condición necesaria la intimidad. Para que me entiendan, ninguno de estos destinos puede ser la Capilla Sixtina o la plaza de San Marcos la Mayor. También, por pequeña que sea, hay una historia personal detrás. Se trata de compartir la estancia en alguno de esos recintos que contienen capacidades químicas para producir la alteración. ¿Recuerdan los síntomas, todos leves y medio inad­vertidos? Alzarse sobre la punta de los pies, sentir crecer el pecho, la sonrisa algo bobalicona… Y una idea, me parece adecuado salir de casa, como decían los antiguos, con un leitmotiv, aunque tampoco es preciso ser muy ambicioso. Por ejemplo, hacer una visita a tus pintores favoritos, Piero o Mantegna, y, en el camino, detenerse en ciertos espacios; si fuera posible, a ciertas horas.

1 El pueblo 

Bagno Vignoni (Toscana)

Las termas de Bagno Vignoni. / LUIGI VACCARELLA
La primera etapa será Bagno Vignoni, en el valle de Orcia, sobre un paisaje que condensa todo el imaginario de la Toscana. Ya saben, cielo moteado con tenues nubecillas, colinas cubiertas de vegetación y caminos bordeados de cipreses que desembocan en casitas color albaricoque. Llegamos al anochecer por la iluminación. La plaza central está enteramente ocupada por una piscina con agua termal a 50 ºC de temperatura, y las brumas humeantes envuelven los edificios. Pío II, el papa que construyó y dio nombre a la vecina Pienza, la primera ciudad con urbanismo a la medida del hombre, fue también responsable del palacio y la iglesia que están encima de la alberca.
En uno de los soportales de la entrada a Santa Catalina los versos que escribió el poeta Lattanzio Tolomeo saludan a las ninfas de las aguas desde una tabla de mármol. Hay algo más. En este espacio horadado se desarrolló una película legendaria para quienes amamos ciertos mitos, Nostalgia, de Tarkovski, gran premio de creación del Festival de Cannes de 1983. Una película sobre los recuerdos, sobre la idea misma del transcurso del tiempo, en cuya escena central —tan bella como angustiosa— un hombre azotado por el viento recorre la piscina con una vela encendida en la mano.

2 La calle  

Ercole I (Ferrara)

Una ciclista en Ferrara.
De la mano del primer Renacimiento, continuamos hasta Ferrara para recorrer el Corso Ercole I, la calle más elegante de Italia, si tal calificación fuera imaginable. Es una vía recta, no muy ancha, en suave descenso, cubierta de adoquines, a cuyos lados se alinean delicados palacios del Renacimiento construidos con ladrillos rojizos, rematados con pilastras y cantoneras de mármol blanco. Fue realizada como parte de un proyecto que convirtió a Ferrara en la primera ciudad moderna de Europa. La financió Ercole d’Este (casado con Isabel de Aragón), a quien llamaban diamante por su carácter altanero.
Hoy sigue igual, excepto por una mínima concesión a la modernidad: las bicicletas. Cientos de bicicletas ocupadas por señores distinguidos, con pinta de profesores, y muchachas impasibles, serias, de un rubio discreto, enfundadas en capas y bufandas, que pedalean con parsimonia. Sorprende la cadencia, no puede ser cierta —te dices—, tan unánime armonía, sin caer en la cuenta de que estos italianos del norte llevan siglos combinando los ingredientes del estilo, aunque eso les haya supuesto prestar menos atención a otros principios.

3 El pintor  

Andrea Mantegna (Cámara de los Esposos). Palacio Ducal de Mantua

Los frescos de Andrea Mantegna en la Cámara de los Esposos, en Mantua. / COLL-MAURO MAGLIA
Habíamos salido de Roma con la idea de visitar los frescos de nuestros artistas favoritos. Muchos grandes pintores son directos, fotografiables, muestran su manera de percibir con nitidez. Los de la clase de Piero y Mantegna, no. Exigen paciencia, son irreproducibles por medios técnicos y solo te permiten atisbar su punto de vista cuando los has visto cara a cara, con calma. Puesto que Tarkovski, en su película Nostalgia, nos permitió evocar la Virgen del parto, de Piero, en su ubicación original, vayamos a la Cámara de los Esposos de Mantegna. Es una joya. Una pequeña estancia en la que representó al marqués de Gonzaga, Ludovico, y a su esposa, Bárbara, con varios cortesanos y miembros de su familia. Seres reales, en tensión, asociados con un paisaje natural reconocible. Están representados de pie, ordenados en grupos, y sobre ellos hay medallones con bustos de los césares para emparentarlos con el Imperio Romano.
La iluminación es sutil, resalta la volumetría de los personajes, consigue que parezcan suspendidos en sus propios movimientos. Al detenerte en los detalles se diría que los rostros y las joyas están modelados con un material dotado de luz propia. Mantegna pintó sus figuras para que se contemplaran, como dicen en Italia, sotto in sú, de abajo arriba. Con ello se acentúa la nobleza de lo representado y se obtiene una visión en profundidad de las bóvedas y del paisaje. Hasta Orson Welles nadie supo desarrollar esta idea.

4 La tumba 

De Francesco Borromini, iglesia de San Giovanni Battista dei Fiorentini (Roma)

Mapa de Italia.
Mapa de Italia. / JAVIER BELLOSO
Entre todas las Romas de Roma, mi favorita es la Roma barroca. La mejor manera de conocerla es recorrer la rivalidad entre dos tipos geniales, Bernini y Borromini. Dos personalidades incompatibles y complementarias. Borromini fue un hombre atormentado, muy religioso, más bien arisco. Un revolucionario empeñado en crear un nuevo lenguaje arquitectónico en el que lo espiritual trascendiera las limitaciones de los materiales y el espacio real pudiera convertirse en una ilusión. La vida es sueño, escribía su contemporáneo Calderón. También fue un artesano, un operario que verificaba sus diseños y se manchaba las manos de barro. Justo lo contrario del brillante Bernini, el guapo, el autor de éxito global, cuyos edificios y esculturas conforman la renovación del carácter de Roma a pesar de no haberse ni planteado salir del sendero de la tradición. Si quieren comparar sus talentos, vayan a visitar San Carlino (Borromini) y San Andrea (Bernini). Están a 100 metros de distancia, en la misma calle, al lado del palacio del Quirinal. Entenderán el Barroco.
Yo tuve la fortuna de la vecindad con una iglesia de Borromini y debo reconocer que me cae mejor. Atrae más lo oscuro. Un momento de emoción especial fue ir a rendirle homenaje en su tumba de la Via Giulia. Borromini pasó sus últimos días en medio de una profunda depresión. Estaba harto del conflicto con Bernini. En julio de 1667, tras enterarse de que habían encargado a su adversario la construcción de la tumba del papa Inocencio X, quemó todos sus escritos y se encerró en su casa. El 1 de agosto, al anochecer, plantó una espada en el suelo y se tiró encima, con tal mala suerte que tardó 48 horas en fallecer. Hasta le dio tiempo a hacer testamento. Pidió que le enterraran junto a su maestro Maderno, en el suelo de la iglesia de San Giovanni Battista dei Fiorentini. Pero se trataba de un suicida, la Iglesia no bromea con estos asuntos. Le enterraron allí sin poner su nombre, de incógnito.
En 1956 intentaron arreglar el desaguisado y ahora se reconoce quién está bajo la lápida, aunque basta comparar el tamaño de las letras dedicadas a Maderno y a Borromini para deducir que no le han perdonado. Delante del sepulcro está el altar mayor. Y tras él, la entrada a una cripta. Borromini diseñó ambos recintos como un todo. La cripta —una maravilla invisible si no se sabe que existe— se llama Falconieri por la familia que pagó la construcción, cuyo emblema (los halcones) se abalanza sobre ti 100 metros antes en el palacio que también les hizo Borromini. La puerta para acceder al pasaje subterráneo suele estar abierta. Si está cerrada hay que buscar al párroco o a la sacristana, que se turnan. Es un lugar único, de una sencillez sobrecogedora. Los óvalos que coronan las cubiertas sintetizan el ideario arquitectónico de Borromini. Luego pongan la vista en el pavimento, una fuente ovalada lo ocupa casi por entero, y el reflejo sobre la superficie acuática hace vibrar levemente las pilastras, las columnas y las bóvedas.

5 El café

Santo Eustachio o Vitti (Roma)

El café Santo Eustachio, en Roma.
Los mejores cafés de Italia, los más cultos, los más historiados, están en Turín o Trieste, pero yo vivía al lado del Santo Eustachio de Roma y a menudo me detenía en esa barra mítica a tomar un gran caffé —sí, con doble efe—. Empecemos por el principio. Un gran caffé contiene una finísima capa de crema y debajo un brebaje denso y oscuro que, según Woody Allen, los italianos toman con cuchillo y tenedor. La mezcla de ingredientes del de Santo Eustachio es secreta y se tuesta a leña a la vista de todos al fondo del bar. El sabor es semidulce, aromático, no invasivo. Viene en una taza cónica —nunca cilíndrica— de porcelana blanca, y se toma de pie, un sorbo, máximo dos. Una buena cafetería suele ser estrecha y profunda, con mesas en la calle para tomar el aperitivo de la una releyendo La Repubblica. Un aperitivo es un analcolico (sin alcohol) o un Negroni, un Pirlo o un Spritz. Una vez hechas estas precisiones, déjenme llevarles al Vitti, el café al que íbamos a desayunar todas las mañanas desde el trabajo. Está en el Campo de Marte, en la plaza de San Lorenzo en Lucina, ninguna tontería, fue el lugar que eligió Poussin para ser enterrado.
Florencia
Una pareja en una Vespa en Florencia. / SOFIE DELAW
Allí me ocurrió algo notable. La cajera, una cuarentona dotada de una de esas narices importantes que ostentan las italianas de tronío —la Mangano, la Magnani, la Vitti—, me regaló un detalle de estilo con el que a veces te seducía esta ciudad. El día que me tocaba pagar, me aproximé a la caja y le di un billete de 10 euros. Ella lo tomó, lo insertó en el compartimento adecuado y, con total parsimonia, fue extrayendo y depositando sobre mi mano el cambio: un billete de cinco euros, dos monedas de dos euros y una de uno. Al caer en la cuenta, levanté la vista y me encontré con su mirada. La misma de siempre. Bueno, los ojos y los labios sonreían, pero de su boca no salió una sílaba. Por fortuna no cometí el error de romper el silencio. Sostuve el gesto y recogí las vueltas tratando de estar a la altura de la sonrisa. Ninguno del grupo se enteró. En cinco años me invitó con el mismo procedimiento en dos o tres ocasiones. Conversábamos relativamente a menudo. Jamás hizo la menor alusión.

6 La antigüedad 

La Piscina Mirabilis (Nápoles)

La cisterna romana Piscina Mirabilis, en Nápoles. /KAOS
A veces, para disfrutar de Roma, conviene salir de Roma. El lugar al que estamos llegando es poco conocido, hay que pedirle la llave a una vecina. Es una especie de nave industrial, la Piscina Mirabilis, en las afueras de Nápoles. Tiene unos 2.000 años. Fue el depósito de agua dulce de la flota romana del Mediterráneo. Algo así como una catedral gótica vacía y la cosa más moderna imaginable. Tiene 70 metros de largo por 25 de ancho y una altura de 15 metros. Sigue impecable. Pavimento de tierra, cinco largas naves separadas por columnas y pequeños lucernarios en las bóvedas. Caminar en silencio por ese espacio de penumbras, bajo haces de luz que cortaban diagonalmente el aire, ha sido uno de los momentos emocionantes de Italia.
Por si fuera poco, la cisterna se encuentra a cinco minutos de un parque arqueológico sumergido. El de Baia. “Ningún golfo del mundo es tan maravilloso como el de Baia”, escribió el poeta Horacio en el siglo I antes de Cristo, cuando la costa estaba atestada de villas de millonarios romanos. Hace 300 años, un terremoto precipitó al mar la mayoría de las ruinas. Hoy, a muy poca profundidad, con unas simples gafas de bucear, puede hacerse submarinismo entre los mármoles, las columnas y los mosaicos.

7 El jardín  

Guía

Información

» Turismo de Italia(www.italia.it/es)
» Turismo de Ferrara(www.ferraraterraeacqua.it/es)
» Turismo de Nápoles(www.inaples.it)
» Turismo de Roma(www.turismoroma.it)
» Termas de Bagno Vignoni(www.bagnovignoni-terme.net)
» Palacio de Mantua(www.mantovaducale.beniculturali.it)
» Café Sant Eustachio(www.santeustachioilcaffe.it/es)
» Villa San Michele(www.villasanmichele.eu)
» Restaurante La Chigliaria(www.laconchigliaristorante.com)

La Villa San Michele (Capri)

Hay muchos jardines extraordinarios en Italia. Si bien mi favorito es Ninfa, déjenme proponerles uno que construyó Axel Munthe, un escritor hoy medio olvidado, a principios del siglo XX. Se encuentra en la cumbre de la isla de Capri, sobre los restos de un palacio del emperador Tiberio. Actualmente es propiedad del Estado sueco y se usa como alojamiento de algunos afortunados artistas. El interior es estupendo, con delicadas antigüedades, bronces y esfinges, pero los jardines, ah, esos jardines circulares, ¡van más allá de lo imaginable!
Verán, la disposición del terreno les impide contenerse en los lindes. La naturaleza ignora los límites y se abalanza, fundiendo las ramas y las flores con el resto de la vegetación de la montaña de Capri, desbordándose sobre los barrancos, y un poco por debajo, en las laderas de las colinas, y todavía más, en la llanura; y más allá, sobre las aguas espejadas del Mediterráneo, y aún más allá, contra las islas de Ischia, Procida y el resto de farallones del archipiélago. Como ellos dirían, al di là di là.

8 El plato

‘Pezzogna all’acqua pazza’. Ristorante La Conchiglia (Procida)

El puerto de Corricella, en la isla de Procida. / FRANS SELLIES
Tanta información ha abierto el apetito. Habrá que pensar en comer. Algo sencillo. La gastronomía se está transformando en un asunto sobre el que resulta más importante mirar, leer, fotografiar y discutir que el ejercicio cotidiano de comer, y algunos nos estamos poniendo un poco nerviosos. Tras visitar bastantes restaurantes famosos cuyos platos soy incapaz de recordar, me he puesto este listón: si transcurrido un tiempo razonable he olvidado lo que comí, tachado. Me acuerdo muy bien de este. Estábamos de vacaciones con unos amigos en Ischia y contratamos una barca para dar un paseo alrededor de la isla. El pescador nos hablaba de sitios apetecibles y le preguntamos por algo especial. Ahí se paró, asintió con el mentón y empezó a hablar de una especie de besugo que se pesca en las profundidades del golfo de Nápoles. Entre 180 y 200 metros. La pezzogna. “Pues no sé qué estamos esperando”, le dije. “Ah, no”, contestó. “Primero, no puedo asegurarles nada, y después, tendríamos que cambiar toda la excursión. El sitio que yo le digo está en Procida, la isla de enfrente”. “Y qué”, dijimos todos. Llamó y encontró lugar. Al llegar nos querían discutir la pezzogna, pero nuestras risas les hicieron claudicar. La cocinaron al acqua pazza, o sea, hervida con unos pocos tomatitos, perejil, ajo y aceite de oliva. No la olvidaré en mi vida. Al restaurante se accedía desde el mar. Está en una bahía, ligeramente en alto, encima de una playa estrecha, poco ocupada. Se llama la Conchiglia. En Procida. ¿Necesitan más detalles?

9 El Cuadro

L’Annunciatta, de Antonello de Messina. Palermo (Sicilia)

El cuadro L’Annunciatta, de Antonello de Messina, en Palermo (Sicilia). / ALBERTO PIZZOLI
El trayecto más divertido de Italia es un tren que enlaza la península con Sicilia y salva el estrecho de Mesina subiéndose al carguero del capitán Haddock. El tren no es más moderno, compartimentos para seis, literas a la antigua, orinal de porcelana con resorte en la pared. En la madrugada, cuando los vagones quedan anclados en la bodega, se sale al puente para asomarse por la borda y ver pasar una inmensa escultura en la entrada de Sicilia. Una especie de Virgen dorada con ese punto hortera que también sólo tiene Italia para lo feo. Para compensar, en Palermo vamos a rendir tributo a uno de los retratos más fascinantes del Renacimiento, un pequeño cuadro de Antonello de Messina —L’Annunciatta—, medio escondido en la Galería Regional de Sicilia que la última vez que visitamos casi originó un incidente, ya que está custodiado por presidiarios de Cosa Nostra, la mafia local, redimiendo sus penas. Grande Sicilia.

10. El castillo mágico

Castell del Monte (Puglia)

Castillo del Monte, declarado patrimonio mundial por la Unesco y situado en la región italiana de la Puglia. /BILDAGENTUR HUBER/SPILA RICCARDO
Cruzamos la península en sentido transversal hasta un lugar mágico, cuyos adoquines parecen contener el polvo del universo, Castell del Monte, en medio de la llanura de la Puglia. Fue la casa de Federico II Hohenstaufen, emperador del Sacro Imperio Germánico durante el siglo XIII. Un contemporáneo de nuestro Alfonso X “El Sabio”, a quien llamaban “stupor mundi”, por su dominio de diversos saberes, entre otros, nueve lenguas —escribía en siete—, en una época de monarcas analfabetos. Todo gira en torno al 8, el número perfecto. La planta del castillo, dibujada por él, tiene la misma forma octogonal de la corona de Aquisgrán donde fue coronado. Sobre cada vértice hizo levantar ocho torres de ocho lados alrededor de un patio octogonal con 8 habitaciones en cada piso.
El castillo no tiene foso, ni puente levadizo, ni espacio para la guarnición, ni siquiera hornos o comedores. Entonces, ¿para qué servía? La hipótesis más aceptada sostiene que fue un observatorio astronómico, un recinto para el estudio de los saberes gnósticos, la astrología, la matemática y el misticismo. El contorno tiene las mismas medidas que la pirámide de Gizeh, en Egipto (232,92 metros por cada lado) y la arquitectura se diseñó en función de la luz. En el solsticio de invierno, el amanecer y la puesta del sol marcan cuatro puntos en la piedra que delinean un rectángulo cuya relación entre el lado mayor y el menor es de 1,618, es decir, el número de oro.
Pedro Jesús Fernández es autor de la novela Peón de rey.

Cómo encajar los golpes (en memoria de Bernabé Tierno)


Hace un par de días fallecía el psicólogo y autor Bernabé Tierno. Tenía 75 años y había estado luchando contra un cáncer óseo y una metástasis de pulmón con la entereza y sabiduría que él mismo transmitía en sus obras.
De Bernabé Tierno nos llevamos sus más de 60 libros publicados, además de todas las conferencias y cursos que ha impartido. Por todo lo que me ha aportado a nivel profesional y personal, hoy redacto este artículo en forma de homenaje a uno de los psicólogos más prestigiosos de España.
Recuerdo “Karate Mental” como uno de los libros que más me han influido y por lo tanto, del que voy a hablar ahora. Cuando lo leí, me sorprendió el darme cuenta de la capacidad que tenemos los seres humanos para controlar nuestra propia mente, y en consecuencia, para controlar nuestras reacciones, nuestras emociones. Nos creemos que estamos a merced de lo externo: de la pareja, de los compañeros del instituto, de la familia, del jefe…y en realidad, somos esclavos de ellos porque nosotros mismos decidimos serlo.
Bernabé nos enseña en esta obra el poder de la inteligencia emocional, y especialmente, el de las palabras para cambiar casi cualquier circunstancia problemática.
Para ello se inspira en la sabiduría y filosofía oriental, transmitiendo que con la prudencia, la paz y la paciencia se consiguen muchas más victorias que con la fuerza o la visceralidad y que es el amor y el positivismo el motor del cambio.
Se ha demostrado científicamente que una palabra tóxica, una mala noticia o un lenguaje negativo pueden producir tanto daño como una agresión física, y al contrario, palabras positivas y tónicas pueden funcionar como un bálsamo. El problema es que en nuestra sociedad, cada vez más, estamos rodeados de gente tóxica, de estrés y dolor, provocado, en su mayoría, por nosotros mismos. Por ello es tan importante convertirse en un karateca mental.
Ser un karateca mental consiste en aprender a ser como una roca, de manera que seamos conscientes de que está en nosotros la llave para que la toxicidad nos afecte o no. Está claro que no podemos controlar los pensamientos ni las acciones de los demás, pero por supuesto que podemos controlarnos a nosotros mismos.
La clave está en desarmar a la persona tóxica, esa persona infantil e inmadura que quiere proyectar en nosotros sus problemas y su amargura. Bernabé nos enseña que tenemos un poderoso antídoto para actuar ante estas personas imposibles: demostrarles que no tienen poder alguno sobre nosotros, que no van a controlar nuestros sentimientos ni nuestra vida.
Si, por ejemplo, mi compañero de trabajo me quiere tocar las narices cada día y yo le demuestro que tiene el poder para hacerlo porque me enfado, me entristezco o me enervo a causa de su comportamiento hacia mí, lo que estoy haciendo es reforzar que vuelva a actuar de la misma forma conmigo, porque le estoy dando lo que quiere: las personas amargadas y tóxicas necesitan que los demás estén también mal.
“El brillo que generas molesta a los que viven en la oscuridad”
Bernabé hace hincapié en la gestión emocional como clave del crecimiento personal. Desde el sosiego, la calma y la paz, se consigue casi todo y es desde el estrés y la impulsividad donde se quiebran los proyectos, las relaciones con los demás y nuestra propia salud mental. Dejemos de autoboicotearnos.
Es, por lo tanto, muy importante aprender a ser emocionalmente inteligentes, abandonar las formas primarias y viscerales que no solucionan nada, si no que causan aún más problemas, y sustituirlas por la empatía, la comprensión y la dulzura. Con la práctica, nada ni nadie tendrá el poder de perturbarte ni de hacerte entrar en cólera. Serás dueño de ti mismo, sin depender de los pensamientos ni las palabras del adversario.
El concepto que debemos tener muy claro es “yo gano-tu ganas”. No se trata de enfrascarse en competiciones imaginarias, ni en vencer a nadie. Consiste en aceptar al otro como una persona válida que tiene sus propias convicciones y creencias y que, aunque no las compartamos, podemos entenderlo y negociar.
Si estamos seguros de nosotros mismos, sabremos reconocer cuando el otro tiene razón, sabremos aceptar que cometemos errores y que esto no es ningún problema pues es el camino al aprendizaje y sabremos abordar cada problema con calma y tranquilidad, sin perder nunca el control. Sorprendentemente, con esta actitud, ganaremos más amor, empatía y comprensión por parte de los demás.
¿Conformismo? Nada de esto. Un buen karateca mental tiene muy claro lo que quiere y desea, es firme en sus convicciones pero también sabe ponerse en el lugar del otro y es suave en las formas. Practica la “ley de lo opuesto”, es decir, ante la furia y la ira del contrario, aplica lo opuesto: un rostro sereno, modales correctos y mirada firme. Nuestra paz interior es tan importante que no podemos perderla por las reacciones de otra persona, ¡no lo podemos permitir!
Si quieres ser un buen karateca mental y no dejarte atormentar por las bravuconadas y reacciones infantiles de otros, te recomiendo que leas este libro y practiques las ideas que en él se exponen. Quizás con esta filosofía te empiece a cambiar la vida como en su día me la cambió a mí.
Descanse en paz, maestro.

OFICIALMENTE LA CIENCIA ADMITE QUE NUESTROS PENSAMIENTOS CREAN NUESTRA REALIDAD





Lo que sigue no viene de un texto religioso ni nueva era: es rigurosamente científico. Se apoya en la física cuántica.

Puedes crear tu propio mundo. Si el pensamiento que transmites sobre lo que quieres es bien claro y definido, lo atraerás.

Compartir e interactuar con las personas es lo que de verdad nos va a hacer felices

Todo este fascinante mundo cuántico abre una enorme y misteriosa puerta al mundo espiritual. Somos como grandes antenas electromagnéticas. Dependiendo de nuestra energía vamos a atraer a unas posibilidades o a otras, de las infinitas que nos ofrece el universo.

Y la pregunta es: ¿qué señal estás tu transmitiendo al universo? Porque puede depender de ella lo que recibas. Siendo conscientes de esto tenemos la capacidad de cambiar nuestra energía,  para ello primero tenemos que cambiar el pensamiento, salir de nuestra rutina, de nuestro tiempo y de nuestro cuerpo. Imaginar situaciones deseadas es una forma muy sencilla de hacerlo ya que al imaginar nuevas situaciones, como el cerebro no tiene ojos, no sabe si lo que pensamos, soñamos o imaginamos, está pasando de verdad o no.

De esa forma nos adelantamos a lo que queremos,  las funciones celulares de la felicidad se ponen en marcha: serotonina, endorfinas, dopamina…  Y co-creamos con el universo. Puedes crear tu propio mundo. Si el pensamiento que transmites sobre lo que quieres es bien claro y definido, lo atraerás. Podemos relajarnos, confiar en la vida, co-crear con el universo y disfrutar de nuestra existencia.

Compartir e interactuar con las personas es lo que de verdad nos va a hacer felices. Somos seres espirituales y además de necesitar cosas necesitamos nutrirnos de amor, compartir y sentir paz y serenidad.

Extracto de:  Cómo repercute la física cuántica en nuestras vidas 

El artículo nuevamente cuenta cómo el testigo cambia el resultado del experimento literalmente, esto ha sido demostrado científicamente cuando se experimentó en el ámbito de física de las partículas o física cuántica. Es decir, el pensamiento influye contundentemente en la realidad. Este experimento es tan trascendental para la humanidad que no entendemos cómo es que en las Universidades, periódicos, radios y televisoras no están disertando sobre esto en primeras planas, para finalmente tomar la decisión más básica del mundo: educar en las escuelas básicas a nuestros niños para cambiar a un pensamiento positivo sobre su realidad, ya que somos responsables de crearla.

Así de fuerte y claro señoras y señores, es urgente tomar consciencia y comenzar a vivir con una actitud más responsable, a dejar de ser horrorosamente reactivos sino proactivos. Para que ante la conflictividad que vivimos, seamos más adultos y reflexionemos, para elegir de nuestros pensamientos, los más positivos, los más constructivos para solucionar las problemáticas y no para atizarlos.

Les informo con base científica a los que tienen un pensamiento tóxico constante de rabia, desasosiego, desesperación: no importa a quién están culpando de sus desgracias, a los únicos a quienes están haciendo daño es a ustedes mismos. Lo explicamos muy bien en el artículo: el pensamiento negativo, la peste de las neuronas.

Nada justifica quedarte en la lamentación, lapidando a otros para justificar tu desgracia, ya basta. Sé valiente, levántate, piensa y hazte cargo de un mundo mejor para ti y los tuyos.

El momento es ahora.

RECETA - Potaje de habichuelas rojas a mi manera

Las recetas de Isafrape


Posted: 02 Dec 2015 12:39 PM PST

Hoy vamos a preparar un plato de "cuchareo", (mi categoría favorita, los platos de cuchara), muy apetecible y saludable.

Esta manera de hacer las habichuelas permite aprovechar la verdura y comerla sin darnos cuenta, lo cual convierte este plato en perfecto para los niños, y la forma en la que están cocinadas, tan diferente al método tradicional, hace que queden con un sabor muy especial y delicioso.

En mi casa tuvieron mucho éxito y los niños me dijeron que era un plato exquisito, y para que los niños opinen así...

Receta con video.




Ingredientes:

-400 gr de habichuelas rojas

-4 cucharadas soperas de aceite de oliva

-3 ramitas de apio

-1 cebolla grande

-1 diente de ajo grande

-1 zanahoria que sea grande

-1 cucharadita de postre de pimentón dulce

-1 pastilla de caldo

-1 hoja de laurel

-chorizo al gusto (yo lo puse cortado en trozos pequeños)

-guisantes al gusto (opcional)


Preparación:
Ponemos las habichuelas a remojo en un bol con abundante agua unas 10 -12 horas o toda la noche.

Pelamos y picamos el apio (le quitamos los filamentos), la cebolla, el ajo y la zanahoria. Ponemos una olla amplia al fuego y echamos el aceite. 



Cuando este caliente agregamos la verdura picada y la pochamos a fuego bajo, hasta que esté tierna. 



Añadimos la cucharadita de pimentón, lo rehogamos con la verdura, lo ponemos todo en el vaso de la batidora...





...y lo batimos junto con la pastilla de caldo y un chorro de agua.



Volcamos este puré de nuevo en la olla, echamos un poco de agua en el vaso de la batidora para rebañar los restos de puré y lo volcamos en la olla,



incorporamos las habichuelas enjuagadas, el chorizo al gusto, los guisantes y la hoja de laurel.



Dejamos cocinar un mínimo de dos horas o dos horas y  media a fuego bajo. Vamos controlando el caldo, si vemos que el potaje se queda seco, añadimos un poco de agua fría. Esta operación viene bien para "asustar" las habichuelas. Con este truco de darles un remojón con agua fría quedan más tiernas. Si se puede hacer dos veces, mejor.




Una vez estén tiernas, solo queda servir calientes y si es acompañadas de pan para mojar, mejor.


Los 10 libros que todos deberíamos leer al menos una vez en la vida


Algunos libros traen en sí el embrión del cambio. Eso no significa que serán una revelación para todo aquel que lo lea pero al menos tienen el potencial de hacernos reflexionar, nos invitan a cuestionarnos esas cosas que damos por sentadas. De hecho, a veces basta una pregunta para desencadenar un efecto bola de nieve. Y una vez que hemos salido de las normas en las que nos atrapa el pensamiento convencional, puede que no haya vuelta atrás porque comenzaremos a ver el mundo de manera completamente diferente.

1. 1984”  de George Orwell

Publicado por primera vez en 1949, este libro es una de esas lecturas atemporales. George Orwell narra un futuro escalofriante, una auténtica novela política que se va desvelando como una ficción distópica. De hecho, su libro fue el punto de partida que inspiró “Gran Hermano”, razón por la cual muchos consideran que hoy nos estamos adentrando a pasos acelerados en esa "sociedad orwelliana", donde se practica la vigilancia masiva, se manipula la información como nunca antes y se pone en práctica una represión política y social de forma encubierta pero muy decidida.

2. “Un mundo feliz” de Aldous Huxley

Se trata de la obra cumbre de este escritor, una novela donde se crea una sociedad aparentemente perfecta en la que todas las personas se sienten felices y satisfechas. En sus páginas nos encontramos un mundo de ingeniería genética, lavado de cerebro y placeres hechos a medida para que las personas se olviden de sus preocupaciones. Sin embargo, a medida que nos vamos adentrando en esa sociedad, nos damos cuenta de que está vacía, nos percatamos de que el sueño de la felicidad eterna es más bien una anestetización de los sentidos. Cualquier paralelismo que encuentres con la realidad no es mera coincidencia.

3. “Frankenstein" de Mary Shelley

Muchos catalogan este libro como una novela de terror. De hecho, es probable que ya lo hayas leído. Sin embargo, si somos capaces de ver más allá nos daremos cuenta de que es un retrato escalofriante del ser humano y de hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar con tal de impulsar la ciencia o de cumplir un sueño. El libro narra cómo Victor Frankenstein le da vida a una criatura horrible que después condena al aislamiento y la soledad. Sin duda, es un paseo muy interesante por las vías emocionales más tortuosas del ser humano.

4. “El proceso” de Franz Kafka

Quizá su obra más famosa es “La metamorfosis” (que también recomiendo) pero esta novela inacabada que el escritor pidió que quemaran después de su muerte, es un relato aún más aterrador. Cuenta la historia de Josef K., un empleado de banca que es arrestado. Josef intenta defenderse pero no sabe muy bien de qué, de forma que termina adentrándose en un proceso judicial asfixiante que se apodera de por completo de su vida. Así descubre que las instancias a las que pretende apelar, son las más limitadas desde el punto de vista intelectual.

5. Fahrenheit 451 de Ray Bradbury

El título de esta novela hace referencia a la temperatura a la cual se inflama el papel de los libros. De hecho, se trata de una obra distópica que se desarrolla en un futuro en el que no hay libros. El protagonista, llamado Montag, es un bombero que se encarga de quemar libros ya que el gobierno cree que la lectura llena de angustia a los ciudadanos y hace que se planteen demasiadas preguntas. Su objetivo es hacer que la gente sea feliz, y para ello debe eliminar los libros. ¿Cómo sería una sociedad así? Esta obra nos brinda algunas respuestas aterradoras, sobre todo si somos capaces de encontrar algunos paralelismos con el presente. 

6. “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago

Un buen día un extraño fenómeno se cierne sobre la humanidad: todos pierden la visión. ¿Cómo se las ingeniarán para sobrevivir? ¿Se ayudarán los unos a los otros o se instaurará la más brutal lucha por la supervivencia? Si solo una persona pudiese ver, ¿qué haría? Estas y otras preguntas se van respondiendo a lo largo del libro mientras el escritor va discurriendo el velo sobre lo peor de la naturaleza humana. Es una excelente alegoría, de hecho, el propio Saramago explicó: “Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven”. 

7. “El señor de las moscas” de William Golding

Cuando se publicó, este libro prácticamente pasó desapercibido pero después se convirtió en un bestseller, y aún hoy sigue manteniendo su vigencia. La novela hace referencia a un pequeño grupo de niños que emprende un viaje pero el avión se estrella en una isla desierta. Entonces esos pequeños se ven obligados a sobrevivir sin la autoridad de un adulto. ¿Cómo lo harán? ¿Qué tipo de organización social implantarán? Poco a poco comienzan a aflorar los instintos más brutales de la naturaleza humana. 

8. “El dador” de Lois Lowry

Ambientada en una sociedad futurista, la novela narra la vida de Jonas, en un mundo aparentemente ideal donde todos se sienten satisfechos. Sin embargo, para lograrlo, han tenido que borrar los recuerdos del pasado de la humanidad y negar muchas emociones. A medida que este adolescente, cuya misión es guardar los recuerdos, va profundizando en ellos, se da cuenta de lo terriblemente enferma y superficial que es una sociedad sin emociones que la unan.

9. El extranjero de Albert Camus

Esta novela explora la desnudez moral y emocional de la humanidad cuando se ve obligada a enfrentarse a una realidad que le resulta ajena y absurda. El protagonista, Meursault, es una persona que vive con una actitud indiferente y comete un crimen pero no logra sentir lástima ni arrepentimiento. Esa extraordinaria apatía ante su existencia e incluso ante su propia muerte logra contagiar al lector, que comienza a entrever cómo sería una sociedad en la que se potencien los sentimientos de alienación y anonimato.

10. “La escafandra y la mariposa” de Jean-Dominique Bauby

No quería terminar la lista dejando un mal sabor en la boca ya que se trata de lecturas muy “intensas” que a veces toman un cariz pesimista. Este libro también es una lectura intensa pero en otro sentido ya que está dirigido a que aprendamos a valorar y agradecer cada una de las pequeñas cosas que tenemos y de las que a veces no disfrutamos lo suficiente. La novela autobiográfica narra, sin artificios sensibleros, la vida de Jean-Dominique Bauby, que a los 43 años sufrió una embolia masiva y, al salir del coma, descubrió que estaba totalmente paralizado y solo podía mover su ojo izquierdo. Así, mediante un código que instauró, logró dictar este corto libro que en realidad es una preciosa oda a la vida y a disfrutar de cada momento, de forma consciente y plena.

¡Buena lectura!
Rincón de la Psicología ~ 10:00

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Así es como Einstein educó a su hijo


Rescatamos de los escritos del científico las claves universales para formar sabios (que no sabelotodos)

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El 31 de diciembre de 1999, la revista Time escogió al personaje del siglo XX. El rostro que aparecía en la portada no era el de un deportista, ni el de un actor o estrella del rock, ni un líder pacifista tras dos guerras mundiales; pertenecía a un sabio. La persona más importante fue Albert Einstein.
La educación es lo que queda cuando uno olvida todo lo que aprendió en la escuela” Albert Einstein
La influencia del científico (1879 – 1955) va más allá de su célebreteoría de la relatividad, que cumple cien años. Alguien que acumuló tanta ciencia debió de decir muchas cosas en el campo del aprendizaje, y las dijo. Pasó buena parte de sus días contando su pasión por aprender en ensayos, cartas y conferencias, que dejaron un goteo de citas inspiradoras entre las que hemos buceado para aprender a aprender. Algo nada desdeñable, dado que el aprendizaje es imperecedero. “El estudio y, en general, la búsqueda de la verdad y la belleza, conforman un área donde podemos seguir siendo niños toda la vida”, reflexionó en uno de sus textos recogidos por Helen Dukas y Banesh Hoffmann en The Human Side. New Glimpses from his Archives (Princeton University Press, 1979).
Un planteamiento que salpica con frecuencia sus escritos es el rechazo del aprendizaje como imposición. Einstein estudió siete años en el colegio Luitpold Gymnasium de Múnich, donde se aplicaba el memorismo, basado en repetir hasta retener. Frustrado, lo abandonó antes de acabar. “La enseñanza”, escribiría años después, “debe ser tal que pueda recibirse como el mejor regalo y no como una amarga obligación”, escribió en Mi visión del mundo (Tusquets, 1949).

Toca lo que te guste

Fallos en la educación

El aprendizaje mecánico, en opinión de Einstein, crea autómatas y aborta el talento individual.
1. Crea sumisos: “Utiliza como fundamento el temor, la fuerza y la autoridad. Este tratamiento destruye los sentimientos sólidos, la sinceridad y la confianza del alumno en sí mismo. Crea un ser sumiso”.
2. Fomenta la fuerza: “No despierta la productividad porque no hacen surgir los poderes psicológicos del alumno, ya que para la institución es más fácil utilizar la fuerza y despertar la ambición individual”.
3. No es fecunda: “La escuela debe estimular la inclinación del niño por el juego y el deseo infantil de reconocimiento. Guiar al niño hacia dominios que sean beneficiosos para la sociedad. La educación se fundaría así en una actividad fecunda y de reconocimiento (...) y el maestro sería una especie de artista en su actividad”.
En Notas autobiográficas (Alianza, 1949) describe el conflicto entre su método selectivo y las exigencias académicas: “Aprendí muy pronto a entresacar aquello que podía conducir a la entraña, prescindiendo de la multitud de cosas que atiborran la mente y la desvían de lo esencial. La pega era que para los exámenes había que embutirse todo ese material en la cabeza, quisieras o no (…). Es un grave error creer que la ilusión de mirar y buscar puede fomentarse a golpe de coacción y sentido del deber. Pienso que incluso a un animal de presa sano se le podría privar de su voracidad si se le obliga continuamente a comer cuando no tiene hambre”. Con ese resquemor, aconsejó a su hijo que tratara de encontrar placer en el aprendizaje, por encima de la rigidez del sistema. “Toca al piano principalmente lo que te guste, aunque la profesora no te lo asigne. Es la mejor manera de aprender, cuando estás haciendo algo con tal disfrute que no te das cuenta de que el tiempo pasa”, de la carta a su hijo Tete, recogida en Posterity: Letters of great americans to their children, de Dorie McCullough Dawson, 2008.
Para alcanzar la excelencia, anteponía la práctica a la teoría: “Las grandes personalidades no se forman con lo que se oye o se dice, sino mediante el trabajo y la actividad. Por consiguiente, el mejor método de educación ha sido siempre aquel en que se urge al discípulo a la realización de tareas concretas. Esto se aplica tanto a los primeros intentos de escribir del niño como a una tesis universitaria (...), a interpretar o traducir un texto, a resolver un problema de matemáticas o a la práctica de un deporte”, escribe enMis creencias (1939). Precisamente usó el deporte como analogía para explicar la diferencia entre aprendizaje y educación: “Si un hombre joven ha entrenado sus músculos y su resistencia física haciendo gimnasia y caminando, más tarde estará preparado para cualquier trabajo físico. Esto es análogo a la mente (…). No estaba equivocado aquel que dijo: ‘La educación es lo que queda cuando uno ha olvidado todo lo que aprendió en la escuela”, en Sobre la educación, 1936.
Einstein abogaba por una enseñanza que favoreciese la individualidad como aporte a la colectividad. “Deberían cultivarse en los individuos cualidades para el bien común. Esto no significa que (...) se convierta en simple instrumento de la comunidad, como una abeja (...). El objetivo ha de ser formar individuos que actúen con independencia y que consideren su interés vital el servicio a la comunidad” (Mis creencias).
Sin embargo, ¿qué gana uno cultivándose para servir a los demás? ¿Fama, dinero…? En el mismo libro dice: “Tenemos que prevenirnos contra quienes predican a los jóvenes el éxito como objetivo de la vida. (…) El valor de un hombre debería juzgarse en función de lo que da y no de lo que recibe. La tarea decisiva de la enseñanza es despertar estas fuerzas psicológicas en el joven”. Predicó con el ejemplo.