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Cuento sobre las posesiones en la vida


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No hay mayor verdad en este mundo que venimos sin nada y también nos vamos sin nada.
Este relato nos recuerda lo esencial en la Vida y aunque no todos aboguemos por la simplicidad radical, siempre es positivo cultivar un sano DESAPEGO.
Existe una vieja historia sobre un famoso rabino que vivía en Europa que fue visitado un día por un hombre que había viajado en barco desde Nueva York, para verlo.
El hombre llegó a la morada del rabino, una gran casa en un calle de una ciudad europea y fue llevado a la habitación del rabino que estaba situado en el ático.
Cuando entró, vio que el maestro vivía en una habitación equipada con una cama, una silla y unos pocos libros.
El hombre se esperaba mucho más.
Tras saludarle, le preguntó: “Rabino, ¿dónde están sus cosas?”.
El rabino preguntó: “¿Y las suyas?”.
El visitante replicó: ” Pero, rabino, yo estoy de paso”.
Y el maestro respondió: “Yo también”.
Amar plenamente y vivir bien exige que reconozcamos, finalmente, que no poseemos o que no somos dueños de nada: de nuestras casas, de nuestros coches, de nuestros seres queridos, ni siquiera de nuestros cuerpos.
El gozo espiritual y la sabiduría
no son fruto de las posesiones,
sino de nuestra capacidad de abrirnos,
de amar más plenamente,
de movernos y ser libres en la vida.

¿Qué son esas bolas de fuego que han cruzado el cielo estos días en Toledo y en Córdoba?


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En la noche de este martes 31 de marzo, una gran bola brillante se dejó ver durante unos instantes cruzando el cielo a toda velocidad sobre Córdoba. Concretamente, el fenómeno tuvo lugar a las 23:58:24 (hora peninsular) y duró apenas unos segundos. Según los datos que arrojan las imágenes tomadas desde varias estaciones de detección de meteoros operadas por la Universidad de Huelva, se debió al impacto contra la atmósfera terrestre de un fragmento de roca procedente de un cometa.
Ese choque se produjo a unos 83.000 kilómetros por segundo, lo que produjo una bola de fuego que surcó el cielo desde una altura de 91 kilómetros sobre La Victoria, en Córdoba, y finalizó a unos 39 kilómetros de altura cerca de Ronda (Málaga). ElObservatorio Astronómico de La Pedriza, en Alcalá la Real (Jaén), pudo captar este vídeo del fenómeno:
"Estas bolas de fuego se producen cuando algún fragmento de un asteroide o un cometa se encuentra con la Tierra en su órbita, impacta contra la atmósfera y como resultado de ese choque violento se vuelve incandescente", explica José María Madiedo, profesor de la Universidad de Huelva y perteneciente a la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos, a El Huffington Post.
"Estos fenómenos pueden producirse en cualquier lugar, pero su frecuencia no es constante a lo largo del año. Hay épocas de mayor actividad que otras", apunta este experto. Según cuenta, hay una red de detectores repartidos por toda España que monitorizan el cielo de manera constante. Cuando detectan alguno de estos cuerpos, graban el evento y lo notifican para que pueda ser estudiado.
Precisamente, sobre las 4:39 de la madrugada del día anterior, el lunes 30 de marzo se captó un fenómeno semejante sobre Toledo. Según registraron los detectores delComplejo Astronómico de La Hita situado en esa provincia, una roca procedente de un asteroide se desintegró al chocar contra la atmósfera a casi 45.000 kilómetros por hora.
Esta bola de fuego —ya se pudo ver otra sobre Toledo a finales de febrero— se produjo sobre la localidad manchega de Espinoso del Rey a una altura de 85 kilómetros sobre el suelo. Desde ese punto avanzó hacia el noreste hasta alcanzar una altura final de unos 26 kilómetros, ya cerca de Toledo capital. Este fue el momento:
"El brillo de este fenómeno en concreto fue tan intenso que se pudo ver a simple vista", asegura Madiedo. Por fortuna, "la atmósfera es tan eficaz que destruyó totalmente la roca", añade. Los fragmentos que sí consiguen sobrevivir a ese choque con la atmósfera y llegar al suelo son los que conocemos como meteoritos. "Éstos se producen en muchas menos ocasiones y son rocas que tienen una mayor resistencia y mayor tamaño", indica Madiedo.
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SIMPLIFICA TU VIDA”

“A medida que uno avanza en su vida va acusando no solo el peso de los años sino también el lastre de una acumulación de vivencias, recuerdos, hábitos, e incluso objetos que pueden hacer de tu vida algo difícil de manejar.

Simplificar tu vida te aligera de equipaje y permite que te eleves sobre los obstaculos que siempre van a aparecer en tu camino. Hay que ver y reconocer qué cosas son realmente importantes y tu vida y cuáles de ellas son accesorias. La vida es cambio y para cambiar con facilidad es mejor partir de un modelo de vida sencillo. No te invitamos a que te conviertas en un eremita, pero si a revisar tu desván vital, poner orden y hacer limpieza: caminarás más liviano hacia tus objetivos, tendrás mas tiempo para dedicarlo a lo que de verdad hace que tu vida se vaya convirtiendo en una obra de arte. Hoy hablamos de sencillez y soltar el exceso de equipaje.

Hace un tiempo, Ángel González, co-creador de este blog y autor especializado en temas de simplicidad, felicidad cotidiana y volver al campo, fue entrevistado en “La rueda del hamster, un programa de inspiración para el cambio” sobre consejos para hacernos la vida más sencilla y fluida.




LA LEY DEL DESAPEGO ¿QUE NOS ENSEÑA EL BUDISMO?


Un turista americano fue a El Cairo, con el único objetivo de visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuarto muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.

- ¿Dónde están sus muebles? – preguntó el turista. 

Y el sabio también preguntó: - ¿Y dónde están los suyos? 

- ¿Los míos? – se sorprendió el turista -¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso! 

- Yo también… – concluyó el sabio.

Esta fábula representa a la perfección uno de los pilares del budismo, filosofía de la cual ha bebido en los últimos tiempos la Psicología, el desapego, que se convierte en una de las principales vías para alcanzar la tranquilidad espiritual, el bienestar y la felicidad. No obstante, también es uno de los mandamientos más difíciles de seguir.

El apego es una expresión de inseguridad


La ley del desapego nos indica que debemos renunciar a nuestro apego a las cosas, lo cual no significa que renunciemos a nuestras metas, no renunciamos a la intención sino más bien al interés por el resultado. A primera vista, puede parecer una nimiedad o un cambio insustancial pero en realidad, se trata de una transformación colosal en nuestra forma de comprender el mundo y en nuestra manera de vivir.

De hecho, en el mismo momento en que renunciamos al interés por el resultado, nos desligamos del deseo, que a menudo confundimos con la necesidad y que nos conduce a perseguir metas que realmente no nos satisfacen. En ese momento, adoptamos una actitud más relajada y, a pesar de que puede parecer un contrasentido, nos resulta más fácil conseguir lo que deseamos. Esto se debe a que el desapego sienta sus bases en la confianza en nuestras potencialidades, mientras que el apego se basa en el miedo a la pérdida y la inseguridad.

Cuando nos sentimos inseguros, nos apegamos a las cosas o a las personas. Sin embargo, lo curioso es que mientras más desarrollamos ese apego, más se acrecienta nuestro miedo a la pérdida. Ese miedo no solo afecta nuestra estabilidad emocional, sino que también nos puede llevar a crear patrones de comportamiento disfuncionales. 

Por ejemplo, podemos desarrollar un apego enfermizo a las cosas, como las personas que no pueden vivir sin su smartphone e incluso sufren alucinaciones auditivas provocadas por el hábito de estar siempre pendientes de la próxima llamada o mensaje. Y también podemos caer en patrones relacionales dañinos, que ahoguen a la persona que amamos y terminen dañando profundamente la relación. 

Sin embargo, el desapego implica no depender de lo que tenemos o de esa persona con la cual hemos establecido vínculos afectivos. No significa no amar, sino ser autónomos, liberarnos del miedo a la pérdida para comenzar a disfrutar realmente de lo que tenemos o de la persona que amamos.

La incertidumbre como camino


El apego es el producto de una concencia de pobreza, que se focaliza en los símbolos. De hecho, para el budismo, la vivienda, la ropa, los coches y los objetos en sentido general, son símbolos transitorios, que vienen y van. Perseguir esos símbolos equivale a esforzarse por atesorar el mapa, pero no implica disfrutar del territorio. Por eso, terminamos sintiéndonos vacíos por dentro. En práctica, cambiamos nuestro “yo” por los símbolos de ese “yo”.

¿Por qué perseguimos esos símbolos? Básicamente, porque nos han hecho pensar que en las posesiones materiales radica la seguridad. Pensamos que al tener una casa y ganar mucho dinero, nos sentiremos seguros. De hecho, hay quienes piensan: “Me sentiré seguro cuando tenga X cantidad de dinero. Entonces seré libre económicamente y podré hacer lo que me gusta”. Sin embargo, lo curioso es que en muchos casos, mientras más dinero se posee, más inseguras se sienten las personas.

Esto se debe a que identificar la seguridad con las posesiones no es más que una señal de inseguridad y, obviamente, la tranquilidad que pueden brindar es efímera. Quienes buscan la seguridad, la persiguen durante toda su vida, sin llegar a encontrarla.

Esto se debe a que buscar la seguridad y la certeza no es más que un apego a lo conocido, un apego al pasado. Lo conocido es simplemente una prisión construida a partir del condicionamiento anterior. No prevé la evolución, y cuando no hay cambios, simplemente aparece el caos, el estancamiento y la decadencia.

Al contrario, es necesario afianzarse en la incertidumbre. Esta es terreno fértil para la creatividad y la libertad ya que implica penetrar en lo desconocido, un gran abanico de posibilidades donde todo es nuevo. Sin la incertidumbre, la vida es tan solo una repetición de los recuerdos, de las experiencias que ya hemos vivido. Por tanto, nos convertimos en víctimas del pasado.

Cuando renunciamos al apego a lo conocido, podemos adentrarnos en lo desconocido, abrazar la incertidumbre y abrirnos a nuevas experiencias que alimentan nuestras ganas de vivir y nos convierten en personas más felices.

Los problemas como oportunidades


La ley del desapego no nos indica que no debemos tener metas. Cuando abrazamos el desapego no nos convertimos en hojas movidas por el viento. De hecho, en el budismo las metas son importantes para marcar la dirección en la que caminaremos. Sin embargo, lo interesante es que entre el punto A y el punto B, existe incertidumbre, lo cual significa un universo prácticamente infinito de posibilidades. Así, para alcanzar nuestro objetivo, podemos seguir diferentes caminos y cambiar la dirección cuando lo deseemos.

Esta manera de comprender la vida nos reporta otra ventaja: no forzar las soluciones a los problemas y mantenernos atentos a las oportunidades. Cuando ponemos en práctica el verdadero desapego, no nos sentimos obligados a forzar las soluciones de los problemas sino que esperamos y, mientras lo hacemos, encontramos las oportunidades. 

De hecho, según el budismo, cada problema encierra una oportunidad que conlleva a su vez algún beneficio. Lo que sucede es que con la mentalidad del apego, nos asustamos e intentamos forzar la solución, de manera que la mayoría de las veces solo nos centramos en la parte negativa del problema y desaprovechamos la oportunidad.

Sin embargo, cuando creemos que cada problema encierra la semilla de la oportunidad, nos abrimos a una gama mucho más amplia de oportunidades. De esta forma, no solo sufriremos mucho menos en la adversidad sino que encontraremos más rápido la solución y esta nos permitirá crecer como personas.

Recuerda que: “Todas las cosas a las que te apegas, y sin las que estás convencido que no puedes ser feliz, son simplemente tus motivos de angustia. Lo que te hace feliz no es la situación que te rodea, sino los pensamientos que hay en tu mente…
Rincón de la Psicología ~ 11:42

Granizado de melón


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Granizado de melón
Postre - Frutas
Vegetariano
Origen de la receta:  Española
Tipo de cocción:  sin cocción
 
Tiempo de preparación: 10 minutos
Tiempo de cocción: 10 minutos
 
Ingredientes (4 personas):

    - Un melón maduro

    - Hielo

    - Azúcar o edulcorante

    - Canela en polvo o en rama

Preparación: 

1- Poner el melón sin piel ni pepitas en la batidora.



2- Batirlo y añadir el azúcar o edulcorante y el hielo. Batir de nuevo.



3- Servir en copas y decorar con canela

LAS ALAS SON PARA VOLAR